sábado, 3 de marzo de 2012

PYONGYANG

Guy Delisle, Astiberri. 2012 (7ª ed).

Pyongyang es la capital de Corea del Norte, este país del que tan poco sabemos, aparte de que acaba de morir Kim Jong-il, presidente de la Comisión Nacional de Defensa entre otros muchos títulos (no pudo ejercer el de Comandante supremo porque su padre, Kim Il-sung, lo detenta eternamente). Delisle viaja a la ciudad enviado como supervisor por un estudio de animación francés que abarata costes produciendo alli los intervalos de sus dibujos animados. Delisle describe su rutina: con un guía y un chófer sin los que no está autorizado a moverse, viviendo en un hotel de 16 pisos que sólo tiene una planta operativa y que únicamente cuenta con luz eléctrica nocturna y fruta fresca en el desayuno cuando hay delegaciones extranjeras de visita. Nos habla del voluntariado que ejercen obligatoriamente todos los ciudadanos, realizando tareas tan productivas como barrer una carretera.  Nos habla de una sociedad militarizada, donde todo el mundo sabe manejar armas ante la posibilidad de un ataque inminente del enemigo capitalista. De calles limpias y asépticas sin paseantes ni ociosos, donde la gente se desplaza para acudir a un lugar concreto.

Algo que choca cuando llevas semanas paseándote por las muy limpias calles de Pyongyang es la total ausencia de minusválidos. Y mucho más sorprendente aún es la respuesta que recibí cuando me interesé por su suerte... "No hay... somos una nación muy homogénea y todos los norcoreanos nacen fuertes, inteligentes y saludables". Y por el tono de voz creo que lo pensaba de verdad.


Delisle asiste a cómo la empresa en la que realiza su trabajo paga a sus empleados con sacos de arroz para paliar la hambruna que está generalizada en el país; y ve cómo un hombre intenta ocultarse mientras trepa a un árbol para conseguir algo de fruta.

Leedlo, porque ofrece una visión divertida, porque la única forma que tenemos de ayudar es ser conscientes de la situación que atraviesan. Leedlo, simplemente,  porque merece la pena (aunque si hay que elegir, yo me quedo con Crónicas de Jerusalén). Pero seguiré leyendo todo lo de Delisle que caiga en mis manos.

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