lunes, 16 de febrero de 2015

El aroma del crimen.
Xabier Gutiérrez, Destino, 2015. A la venta el 24 de febrero.

Una novela policíaca ambientada en San Sebastián en la actualidad. Vicente Parra, oficial de la comisaría, tendrá que investigar el asesinato de Elena Castaño, famosa diseñadora; y también, la muerte del joven Christian José, fallecido en principio por enfermedad pero cuya madre pide a la policía que indague más tras observar cómo su hijo manejaba grandes cantidades de dinero imposibles de adquirir con su sueldo de bedel de la universidad. De fondo, el mundo de la cocina, restaurantes de lujo, cocineros, aprendices y gourmets.
Se trata de la primera novela del autor, y se nota en el ritmo, algo lento, lastrado por la multitud de personajes a los que recurre (especialmente porque el narrador se apoya en todos, y no sólo son descritos, sino que además se reproducen sus pensamientos y su punto de vista, incluso cuando no aportan nada) y por un exceso de descripciones que, en mi opinión, deberían haberse suprimido. La resolución de la trama es ingenua y muy poco sorprendente para el lector acostumbrado al género. La novela tiene, eso sí, momentos interesantes: son aquellos relacionados con la comida, puesto que el autor es un cocinero de prestigio, y nos habla del funcionamiento de un restaurante, del proceso creativo en una cocina,  la descripción de los platos, recetas, etc… Son los mejores fragmentos, y los que más atraen la atención del lector.

Lectura ligera, recomendable sólo en los casos en los que el lector tenga también una pasión gourmet.

domingo, 1 de febrero de 2015

Mala gente que camina

Mala gente que camina, Benjamín Prado, Alfaguara, 2006
Los libreros nos quejamos a menudo, y no sin razón, de que casi nunca nos regalan libros. Pero a veces alguien nos da una sorpresa y nosotros disfrutamos, por fin, del placer de descubrir qué novela han elegido para ti. Y ésta es la historia del libro del que os voy a hablar, que llegó a mi casi por casualidad, al amparo de una intuición, avalada, tan sólo, por el prólogo de un poemario de Elvira Sastre en el que se adivina un gran escritor, de una sensibilidad especial. Mala gente que camina se ha convertido en el primer libro del año, con una historia de las que dejan huella. Me guardo para siempre, por fondo y forma.
El protagonista de nuestra novela es Juan Urbano, un profesor de instituto harto y desmotivado por años de enseñanza infructuosa y burocracias absurdas del sistema. (Su nombre es lo último que conocemos de él, en la última frase del libro, misterioso como pocos). Juan está separado de Virginia, una víctima más de los terribles 80 madrileños; vive con su madre en Las Rozas, con la que mantiene deliciosos encontronazos políticos y literarios y a la que adora y admira; bebe café y almuerza cada día en el Montevideo de Marconi, un uruguayo que se empeña en alimentarlo y respetar sus silencios; y pelea con profesores y mamás de preadolescentes desde su despacho de Jefe de estudios. Pero, sin duda, su escondite favorito es la investigación sobre los escritores españoles de la posguerra, Delibes, Carmen Laforet, Cela, Luis Martín-Santos…
Y lo que se iba a ser una conferencia en Atlanta sobre Nada, se acaba convirtiendo en una obsesión, una cruzada que le pone delante de sus ojos la férrea Natalia Escartín, progenitora de un apocado alumno y suegra de Dolores Serma, una escritora casi desconocida pero influyente en la generación, nacida en Valladolid y amiga de grandes autores del momento. Averiguar sobre ella, leer su obra, entender sus páginas y desempolvar una de las más crudas aberraciones de los primeros años del franquismo será el camino que comparte Juan con nosotros, afanado en saber y en escribir su Historia de un tiempo que nunca existió (La novela de la primera posguerra española).
Con la excusa de Juan Urbano, Prado reabre el debate moral sobre las motivaciones que llevaron a las mujeres del Auxilio Social a arrancar a cientos de hijos de los brazos de sus madres por el simple hecho de ser rojas, con el fin de exterminar la indecencia y darles a esos bebés el derecho a crecer en una familia “como Dios manda”.
La lucha por la decencia, la necesidad de comprender, el intento de no juzgar desde las tripas, la denuncia de las injusticias, vivir… son sólo algunas de las cosas que Juan comparte con Dolores, aunque él aún no lo sepa.
Mala gente que camina es una novela cruda, durísima a ratos, y con la que te carcajeas sin querer en muchos giros de humor y de una ironía fina y justa en su medida. Volver a leer sobre la guerra y la posguerra puede aún sorprenderte con historias tan reales como inverosímiles que nos abren los ojos a atrocidades semejantes. He vivido con el alma encogida y el ceño fruncido mucho rato, pero envuelto todo en los chascarrillos de Juan hacen de este libro una maravilla.
Se lo recomendaría a todo el mundo, a todos, pero quizá sólo unos pocos puedan disfrutar con su dureza y sumergirse en esa parte aún tan dolorosa de nuestro pasado. Leedlo sólo cuando estéis preparados y dispuestos a sufrir y/para aprender. Ya lo decía Machado, “Mala gente que camina y va apestando la tierra…”
Un regalazo, indispensable.
Virginia