lunes, 16 de marzo de 2015

Cicatriz

Sara Mesa, Anagrama, 2014.

Ya hablé de Sara Mesa aquí con motivo de la publicación de “Cuatro por cuatro” en 2012, con la que quedó finalista del premio Herralde. Me pareció entonces una autora prometedora a la que había que seguir la pista, y de ahí que haya leído “Cicatriz” según salió al mercado. Mantiene en esta nueva novela cierto tono oscuro y turbador; pero creo que esta autora tiene que seguir evolucionando, y que aún no ha alcanzado todo su potencial.
Sonia conoce en un foro literario a un hombre que adopta el nick de Knut Hamsun. Se escriben, él le pide una foto, a cambio le ofrece mandarle libros. Sonia descubre que él roba de manera sistemática; tras los envíos, sólo le pide que abone los gastos del paquete. Comienzan una relación epistolar cada vez más íntima, cada vez con más regalos: tras los libros, perfumes, zapatos, lencería… Sara Mesa explora cuestiones como la intimidad, la moralidad, la plasmación de las fantasías con personas lejanas que uno siente como cercanas. Lo que es “normal”, lo que es aceptable u aceptado.
El libro empieza muy bien y, en mi opinión, pierde fuelle según avanza. Me parece un acierto el tratamiento del narrador, cómo maneja el punto de vista y cómo mezcla el estilo indirecto libre con las transcripciones de los párrafos, apoyándose siempre en ella, con la que es más fácil que el lector empatice. La alternancia cronológica en la que basa la estructura es difícil de llevar y uno acaba interpretando el texto con cierta linealidad; tampoco acabo de ver qué aportan los saltos en el tiempo. Lo más interesante es la evolución de la intimidad entre ellos, las reglas sobre las que construyen su relación. Sin embargo, creo que va perdiendo fuerza, y el final me ha resultado decepcionante. Aun así, está bien escrito, son personajes sólidos, y su regusto se ha quedado días conmigo.

Pdta: ando un poco harta de este argumento que justifica el robo en grandes superficies como si robar en una pequeña e independiente fuera un delito, y una estructura mayor atacar al sistema capitalista. Me molesta que se utilice ese supuesto matiz moral para justificar un comportamiento, en mi opinión, inaceptable, como si el contexto modificara los hechos; y me choca que nadie parezca darse cuenta de cuántos puestos de trabajo se pierden porque las cadenas no pueden aumentar sus plantillas y hacer frente a la merma que sufren sistemáticamente… He sentido mucha incomodidad al leer los amplios espacios que la novela dedica a explicar cómo robar en las librerías, y creo que la autora se ha extralimitado en este sentido.

lunes, 2 de marzo de 2015

Después del invierno

Guadalupe Nettel, Anagrama, 2014. Premio Herralde de novela.

Claudio y Cecilia. Dos narradores en capítulos alternos. Dos individuos marcados por la soledad, cada uno con maneras muy distintas de enfrentarse a ella: Claudio, a través del control, del orden y la limpieza; Claudia, dejándose flotar en la apatía y la desgana. Ambos marcados por episodios de su infancia y adolescencia, ambos convencidos de que el amor puede salvarlos.
Claudio y Cecilia ven el mundo de manera muy distinta. Claudio, cubano residente en Nueva York, ha hecho de la asepsia una forma de aislarse del mundo; también se mantiene alejado de la gente. Considera a las mujeres seres inferiores, y se relaciona con ellas en la medida en que puede conseguir algo a cambio, como con su novia Ruth, mayor que él, que le permite desahogarse sexualmente y le concede sus caprichos. Cecilia, mexicana, estudiante de literatura en París, vive fascinada por los muertos y se instala frente a un cementerio.
Ambos son personajes hipnóticos. Intuimos que se cruzarán, y cuando ocurre, el punto de vista toma aún más importancia. Pero aun cuando ambos son personajes que experimentaron o sufrirán una carga importante de desdicha, ambos marcados por la muerte, éste no es un libro triste. El tono final intenta ser optimista, y decirnos que siempre hay un después, que el invierno pasará, que vendrán nuevos tiempos.
Es un libro interesante, que a mí me enganchó en las primeras páginas por la repulsión y la fascinación que produce Claudio; y según fui avanzando, cada vez empaticé más con Cecilia. Me gustan ambos, me gusta el peso que la música y la literatura tienen en sus vidas. Me gusta la manera en que ambos disfrutan de aquellos hallazgos que les hacen la vida más llevadera. Me gusta su entrega absoluta a aquellos por lo que apuestan. Y me gustan sus contextos. Yo os lo recomiendo, para mí merece la pena.

"En las promesas se cree o no. Las promesas se cumplen o no. Pero con las evidencias no hay quien pueda. Las evidencias nos liberan de la necesidad  de conjurar con promesas la incertidumbre."

Spoiler, por si alguno lo lee y quiere comentar: ¿hay tanta diferencia entre Ruth y Cecilia, en la manera de enfocar la pareja? ¿No es el silencio de Tom, su individualidad, otra forma de maltrato? ¿No mantiene él barreras permanentes, como Claudio a su modo? ¿No piensan ambas en matarse antes que - o al - perder a su hombre? ¿Y qué habría pasado si Cecilia no hubiera huido de Nueva York? ¿Sería posible que fueran felices? Pero yo me alegré tanto cuando se alejó de allí...