miércoles, 20 de febrero de 2013

Mañana lo dejo

Gilles Legardinier, Alfaguara, 2013.

Sí, hay otro libro titulado así. No, éste no va de deportistas de élite ni de adictos a sustancias varias. Es la historia de Julie, una joven que queda fascinada por el nombre de su nuevo vecino. ¿Será guapo? ¿e interesante? Julie es una auténtica soñadora, y se pasa el día imaginando opciones, a veces imposibles de cumplir; pero ella suele tirarse de cabeza para lograr sus objetivos. Una protagonista patosa y a veces metepatas, pero muy entusiasta.

La editorial califica el libro de “comedia romántica”; y afirma que ha tenido mucha repercusión en Francia. Humor, amor y amistad, esa vida que a todos nos gustaría conseguir; la reivindicación de lo pequeño, de la vida en comunidad, de hablar con tus vecinos, de alegrarle la vida al que tienes al lado. Me recuerda de lejos a Anna Gavalda. Es, sin duda, muy ligerito, y también divertido, para esas épocas en que uno necesita una lectura sin complicaciones y con el que sonreír a menudo, a sabiendas de que en unos meses no se acordará de nada. 

viernes, 15 de febrero de 2013

Ayer no más


Ayer no más, Andrés Trapiello, Destino, 2012
Otro libro de la guerra… Pero desde que llegó a la tienda y lo ojeé me entraron ganas de leerlo. Y el convencimiento final vino de la mano del top ten anual de Babelia, me fío de lo que dicen casi siempre, soy así de influenciable. El caso es que no me he equivocado. Ayer no más es un libro grande, plural y duro.
Quien más y quien menos arrastra aún alguna historia de esa guerra que nos dividió en dos. Ésta es una de esas historias. Germán es uno de los jóvenes de entonces, de los que se vieron tras un fusil y que lucharon por la victoria de su pensamiento. Hoy, con más de ochenta años, es sólo un viejo fascista, malencarado y desagradable. Así lo ve su hijo, Pepe, un rojo por convicción, un historiador republicano que conoce la guerra y sus dramas porque su vida ha girado en torno a ese cruel acontecimiento. Odia a su padre por lo que representa, y por esa frialdad que les separa desde hace años. Ha “vivido” la guerra sin vivirla. Primero en la casa familiar, y después, desvinculándose para siempre, desde su propia ideología. Algún día, en el pasado, Pepe admiró a su padre, le gustaba compartir su tiempo, ir con él a montar a caballo o verle coleccionar miniaturas. Pero con la edad adulta llega el descubrimiento de que tu padre no es quién tú creías, sino que posiblemente se parezca bastante a lo que más detestas. Ahí aparece el miedo a convertirte en lo que es él.
Esta historia habla desde el odio, desde el desánimo y la distancia. Habla de lo que pasó en los montes durante tres largos años de conflicto y de lo que se ha callado hasta ahora.
Y sin duda, lo mejor, la crítica a unos y otros. Y el reconocimiento a todos. Los buenos y los malos tienen su lugar aquí, sus manipulaciones (con más o menos escrúpulos) y sus miserias guardadas.
La Memoria Histórica con sus denuncias y sus intereses creados, pero también con sus ganas de devolver a los vencidos lo que es suyo por derecho; la Iglesia y ese afán de tapar por el bien de España y de Dios, pero y ¿sus habitantes?; los líos en la Audiencia Nacional; los sobornos y las presiones a las víctimas en nombre de la búsqueda de la verdad; El País y su amparo; Santos Juliá; Garzón, con aciertos y errores; las fosas comunes de las cunetas; Informe Semanal; La Casa del Pueblo; El Ateneo; Savater; el propio Trapiello; el libro desde el libro; banderas y exhumaciones; el rencor; Lorca y Gibson; Fuerza Nueva… Montones de matices y de elementos que reciben cal y arena desde un punto de vista interesantísimo, con varios protagonistas que se alternan para hablarnos en primera persona, con un dominio brutal del lenguaje y de la metaliteratura, y con una historia sentimental cargada de dolor, de odio y de desencanto.
Es uno de los libros más completos y complejos que he leído del tema, de gran intensidad, por la cantidad de anotaciones que necesitaría y por ese posicionamiento que cae hacía un lado sin dejar de hacer equilibrios con el otro.
Muy bueno
Os lo recomiendo como un libro diferente sobre la guerra
Virginia


miércoles, 6 de febrero de 2013

Defender a Jacob


Me ha entrado una angustia terrible al leer esta novela. No, no soy masoquista, me lo tenía que terminar. A lo mejor no lo entendéis pero nos puede pasar a cualquiera.
Jacob es hijo de una profesora de lengua y del ayudante del Fiscal del Distrito.
Se dibuja una familia de clase media-alta con mucho amor entre sus miembros y sin ningún problema aparente. Pero, un día aparece muerto un compañero de clase de Jacob, y todo se complica.
Al padre de Jacob, como ayudante del Fiscal le toca llevar el caso y comienza las investigación.
Hasta ahí todo normal, como en cualquier novela policíaca, eso sí, ni gota de sangre en el lugar del crimen. Policíaca descafeinada puede parecer. A  partir de este momento empieza el trhiller psicológico, porque todas las pruebas apuntan a Jacob.
Su padre lo sabe, su madre lo sabe y Jacob lo sabe. Pero todos creen en su inocencia. ¿Todos…? La Policía, el Fiscal del Distrito,  los amigos y compañeros de Jacob y su Psicóloga no lo tienen tan claro.
¿Podría ser Jacob un asesino?. Su padre tiene claro que no y a su abogado defensor le toca bailar con la más fea, y tiene que creer en la inocencia de su defendido que confiesa su culpabilidad vía facebook, el ojo que todo lo ve.
¿Está Jacob afectado por un gen mutante que contiene el mal y pasa de generación en generación?
El abuelo de Jacob, está en la cárcel por pura maldad. Su bisabuelo también asesinó, y sólo su padre se libró por pura fuerza de voluntad al controlar sus impulsos. Parece que Jacob también tiene ese gen y no lo ha podido controlar. ¿Hasta que punto eso es así?
Escalofriante ese punto en el que te planteas si los niños de la guardería de tu hijo se hacían daño solos o los ayudaba tu propio hijo.
Finalmente Jacob es declarado inocente por la aparición de un sospechoso al que nadie tuvo en cuenta en su momento que se suicida dejando una nota en la que se reconoce autor del asesinato porque estaba enamorado del chaval que no le correspondía. ¿O no?
La familia Barber se toma unas merecidas vacaciones para celebrar la absolución completa del niño. Inocente. ¿Qué ocurre en esas maravillosas vacaciones?
 Como veréis es una reseña llena de preguntas sin respuesta. Libro que engancha desde la primera página, aunque el principio pueda parecer un poco soso. Trepidante narración a través de la boca de Andrew, el padre de Jacob, que está testificando ante el Fiscal que llevó el caso de su hijo.
Al final parece que sí, pero puede ser que no. ¿A quién juzgan , a Jacob, a su padre o a su madre?
No os perdáis la novela y tendréis contestación a todas las preguntas. En cuanto al final queda abierto a debate, me encantaría comentarlo con vosotros, porque al igual que en otros muchos para cada uno tendrá un final. Seguro.
Me ha gustado mucho. Esa ansiedad de pasar las hojas y de leer un poquito más, sólo un capítulo más a ver que pasa. Uy que tarde, sólo unas páginas más.
Sí, es de esos libros que te tienes que leer casi de atracón.
Besazos

domingo, 3 de febrero de 2013

Josef Ajram y sus libros


Hace tiempo que vamos recibiendo libros firmados por este hombre, Josef Ajram,  de nombre nada común, que poco a poco han ido copando varias de las secciones de la tienda. Menudo despliegue de medios, ¡desde autoayuda hasta economía!
Pero en los últimos meses sus apariciones en una tele que le paga pese a sus tatuajes y su estética “perroflauta” (a su entender…) han ido aumentando el tirón de su popularidad. Yo poco sabía de él, considerado uno de los mejores brokers bursátiles de este nuestro país, deportista variopinto y vividor un poco loco… así que intenté dejar a un lado los prejuicios y eché un vistazo a ¿Dónde está el límite? y No sé dónde está el límite pero sí dónde no está.
En ambos habla de él, o de esa parte de él que quiere presentar, que le ha dado prestigio y le ha convertido en uno de los jóvenes menos preocupados por su cuenta corriente. Son pequeñas biografías en las que nos presenta a su familia, su trabajo de trader en la Bolsa de Barcelona y sus hazañas deportivas.
Sinceramente sólo éstas últimas son las que me interesan. No sé de bolsa ni creo en la autoayuda, así que me he dejado conquistar únicamente por un triatleta e ironman de élite que casi siempre le gana la batalla al crono. Es emocionante leer la superación y el sufrimiento hasta llegar a completar la primera de las pruebas en las que compitió con el único afán de acabar; como sigue sin gustarle nadar pero que lo vive sabiendo que es el paso anterior y necesario para poder subirse a la bici, donde realmente es feliz; sus desgastes en Marathon Des Sables; el dolor; el control mental cuando no puedes dar un paso por el dolor y la deshidratación pero que lo superas pensando sólo en los próximos 50 metros, y luego otros 50…; su vida gira entorno al deporte.
Es obvio que todo esto está salpicado de mucha frase bonita, mucha filosofía fácil y mucho apoyo económico. A ver quién es el listo que deja el curro para irse a correr así sin más. Eso sí, es de admirar que el tío se haya hecho a sí mismo sin cumplir aún los 40 y que ese lado kamikaze sea su forma de vivir, de vivirlo todo. Hay que estar un poco loco pero a la vez controlar mucho para no perder la cabeza.
Si conseguís separar el polvo de la paja los libros tienen su aquél.
Por cierto, en una de las cosas en la que menos de acuerdo estoy es que cada uno pone su límite. Físicamente no. El cuerpo es el que marca el ritmo. Puedes educarle… pero si dice hasta aquí, se acabó. Otra cosa es la barrera psicológica, a ésa si puedes ganarle.
No están mal para un vistazo sin más pretensiones
Vir