Hace tiempo que
vamos recibiendo libros firmados por este hombre, Josef Ajram, de nombre nada común, que poco a poco han ido
copando varias de las secciones de la tienda. Menudo despliegue de medios,
¡desde autoayuda hasta economía!
Pero en los últimos
meses sus apariciones en una tele que le paga pese a sus tatuajes y su estética
“perroflauta” (a su entender…) han ido aumentando el tirón de su popularidad.
Yo poco sabía de él, considerado uno de los mejores brokers bursátiles de este
nuestro país, deportista variopinto y vividor un poco loco… así que intenté
dejar a un lado los prejuicios y eché un vistazo a ¿Dónde está el límite? y No
sé dónde está el límite pero sí dónde no está.
En ambos habla de
él, o de esa parte de él que quiere presentar, que le ha dado prestigio y le ha
convertido en uno de los jóvenes menos preocupados por su cuenta corriente. Son
pequeñas biografías en las que nos presenta a su familia, su trabajo de trader
en la Bolsa de
Barcelona y sus hazañas deportivas.
Sinceramente sólo
éstas últimas son las que me interesan. No sé de bolsa ni creo en la autoayuda,
así que me he dejado conquistar únicamente por un triatleta e ironman de élite
que casi siempre le gana la batalla al crono. Es emocionante leer la superación
y el sufrimiento hasta llegar a completar la primera de las pruebas en las que
compitió con el único afán de acabar; como sigue sin gustarle nadar pero que lo
vive sabiendo que es el paso anterior y necesario para poder subirse a la bici,
donde realmente es feliz; sus desgastes en Marathon Des Sables; el dolor; el
control mental cuando no puedes dar un paso por el dolor y la deshidratación
pero que lo superas pensando sólo en los próximos 50 metros , y luego otros
50…; su vida gira entorno al deporte.
Es obvio que todo
esto está salpicado de mucha frase bonita, mucha filosofía fácil y mucho apoyo
económico. A ver quién es el listo que deja el curro para irse a correr así sin
más. Eso sí, es de admirar que el tío se haya hecho a sí mismo sin cumplir aún
los 40 y que ese lado kamikaze sea su forma de vivir, de vivirlo todo. Hay que
estar un poco loco pero a la vez controlar mucho para no perder la cabeza.
Si conseguís separar
el polvo de la paja los libros tienen su aquél.
Por cierto, en una
de las cosas en la que menos de acuerdo estoy es que cada uno pone su límite.
Físicamente no. El cuerpo es el que marca el ritmo. Puedes educarle… pero si
dice hasta aquí, se acabó. Otra cosa es la barrera psicológica, a ésa si puedes
ganarle.
No están mal para
un vistazo sin más pretensiones
Vir
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