domingo, 20 de enero de 2013

Los besos no se gastan


Los besos no se gastan, Raquel Martos, Espasa, 2012
Los besos no se gastan puede parecer un pastelón, pero una maravilla de pastelón oigan. Lágrimas como puños me he dejado leyendo la historia de amistad de Lucía y Eva.
Dos mujeres adultas, fracasadas con los hombres, un aeropuerto, un reencuentro casual y una amistad de la infancia que vuelve para poner todo en su sitio.
A Lucía acaba de dejarla Jorge. Su aparente éxito profesional (al margen del asqueroso de Rius) en Recursos Humanos empieza a hacérsele bola. Lleva casi toda su vida siendo “la niña a la que se le murió la mamá”. El mundo es un sitio difícil desde entonces, y la ha convertido en una malota de fachada, malhablada, que supura mala leche pero que está llena de carencias, que se agarra a un clavo ardiendo y que de vez en cuando añora aquellos días felices y despreocupados junto a “la rubia”.
Eva nunca ha llegado a ser la actriz que soñó. Su matrimonio con Raúl hace aguas por todos lados. Se siente frustrada y sin motivación. Su único aliciente es la pequeña Lola, un bombón de cinco años que cada día le recuerda que tienen que darse muchos besos porque los besos no se gastan nunca.
El impresentable de Fernando y sus malas costumbres fueron distanciando a ambas hasta cargarse la relación. Los años y los distintos caminos personales y profesionales contribuyeron a una separación que se prolongó en el tiempo hasta que la casualidad las juntó en un aeropuerto.
A partir de ahí la vida comienza de nuevo para ambas. Los sueños, la complicidad, la infancia en común, los anhelos de entonces y los desencantos de ahora las convierten en un dúo inseparable, reviviendo cada momento vivido, sintiendo emoción y miedo a la vez, cumpliendo con cosas pendientes e imaginando el futuro juntas. Son las protagonistas de su propia Casa de Bernarda Alba
Es un relato sencillo en fondo y forma, con una estructura a caballo entre dos planos temporales, con personajes entrañables, con empatía, emoción, lenguaje descarado y mucho realismo. Los sentimientos traspasan las páginas y te atrapan en una historia que puede pasarnos a cualquiera… y creo que ése es el éxito del libro, conseguir hacerte la prota, ser a veces Eva y a veces Lucía, compartir ilusiones, cabrearte como ellas, o sentir el miedo y la injusticia en tu piel.
Me ha encantado esta historia de chicas y para chicas (absténganse los hombres, porque no les gustará ni el relato ni lo que éste dice de ellos).
Sonrisas y lágrimas
Lo mejor: La fiesta de pijamas de las chicas
Lo peor: el porqué de esa fiesta de pijamas
Leedlo
Virginia

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