lunes, 19 de agosto de 2013

Saliendo de la estación de Atocha

Saliendo de la estación de Atocha, Ben Lerner, Mondadori, 2013
Dicen los que entienden que este libro es una maravilla, una pequeña joya literaria que el mismísimo Marías avala, y no es que se prodigue mucho en piropos a principiantes. Pues si me preguntáis a mi ya os aviso de que no. Lento, aburrido, redundante, sin acción e incluso con un cierto toque de desprecio que sobraba. En EEUU ha sido un exitazo, será que ellos le ven la gracia, porque yo ni buscándosela.
Adam Gordon es un joven estadounidense que se pasa una temporadita en Madrid becado por una fundación en la que confían en los frutos de su “proyecto poético sobre la Guerra Civil”. No sé qué proyecto es ése. Ni él mismo yo sabe. Se jacta de su estafa, es pedante, creído, mentiroso, un niño bonito que se cree que se ríe de todos y que está por encima del bien y del mal. Como veis no me ha terminado de caer bien el muchacho. Su poesía, su maltrato a Lorca y sus versos en medio de una ciudad que pasa de descubrir. Tacha los días del calendario entre café, porros, el Retiro, noches de juerga, museos y alguna mujer española que no comprende, pero él va de “flipao” y todo le da igual.
Pero lo peor a mi gusto es la referencia a los atentados de Atocha en 2004, sin una pizca de humanidad, sólo preocupado por su narcisismo.
Una prosa lenta con subordinadas imposibles, un conjunto que provoca hastío y mala leche.
He leído que es una novela casi autobiográfica, un retrato realista del autor… Espero que no.
Fatal, pero seré yo, que no entiendo

Virginia

miércoles, 14 de agosto de 2013

Ojos de agua y La playa de los ahogados

Ojos de agua y La playa de los ahogados, Domingo Villar, Siruela, 2006 y 2009
Después de que se me acabaran otras series de novela negra este verano me he decidido por Domingo Villar, ese hombre al que todo el mundo espera y que parece que no llega nunca con su nuevo libro bajo el brazo. Me han gustado mucho ambas, así que yo también me pongo en la lista de espera.
Villar nos presenta dos asesinatos y dos policías encargados de resolverlos entre las carreteras viguesas. Leo Caldas, el gran desconocido, famoso a su pesar por participar en un programa de radio, que detrás de cada muerto no busca culpables sino porqués. Un gallego solitario, de estómago agradecido, amante de la música y pesaroso si se le nombra a Alba. A su lado Rafael Estévez, aragonés, directo, de modales discutibles e infinita incomprensión del carácter gallego. Son personajes creíbles, nada impostados, llenos de matices pero sencillos en apariencia. Una pareja sólida que no necesita más para funcionar, y que con cada diálogo refuerza la narración.
Ambas son tramas elaboradas, siempre en capítulos cortos encabezados por la definición de una palabra clave en los mismos, aunque es cierto que en la segunda se aprecia una mayor evolución en el desarrollo que sacrifica a su vez un poco de la frescura de la primera, pero sin la incómoda sensación de que el autor te engañe para llegar a un final “forzado” sin justificación.
Toques de carcajada, dinamismo, Vigo, su gastronomía, el carácter y el paisaje, humanismo y música de fondo aportan el realismo que hace que estas novelas resulten sencillas, agradables y adictivas.
Tendremos que esperar que Cruces de piedra no se demore mucho más.
Desde luego una gran opción para estos días de calor y relax
P.D. Me apunto lo del cuaderno de los idiotas, genial
Virginia


jueves, 8 de agosto de 2013

El día del entierro

Edith Wharton, Rey Lear, 2013.

 Empieza así:

"SU ESPOSA HABÍA DICHO: "Si no la dejas, me tiro por el balcón". Él no la dejó y su esposa se tiró por el balcón".

¿No os parece un principio magnífico? ¡Yo quiero leer más! Y es que Edith Wharton es una prosista fantástica, que maneja muy bien los ritmos, que despierta el interés desde la primera línea. En esta novela corta nos presenta a Ambrose Trenham cuando su mujer acaba de morir (y ya sabemos el motivo). Tras el funeral y el entierro, Ambrose se da cuenta de lo mucho que valía su esposa y desprecia a su amante, sin la cual nunca hubiera llegado ese desenlace. Wharton nos mete en la mente de Trenham y vemos cómo fluyen sus pensamientos, cómo pasa de sentirse culpable a decidir alejarse de su amante, cómo reacciona cuando la ve.
Wharton escribió este texto en 1930, y una vez más, como otras veces antes tratándose de esta autora, me sorprende la vigencia de su relato, lo bien que aguanta el paso del tiempo; ella, que es a la vez clásica e innovadora, sencilla y elegante. Me gusta. Os lo recomiendo.

martes, 6 de agosto de 2013

Palabra de honor

Ingrid Noll, Circe, 2011.

Escritora alemana asociada a la novela negra, Noll escribe este libro pasados los setenta años. El refunfuñón anciano Willy Knobel vive solo desde que quedó viudo. Sus hijos apenas se preocupan por él y sólo su nieto Max le visita con regularidad y le hace los recados, guiado por una combinación de tiempo libre y necesidad del dinero que le va sisando. Tras una aparatosa caída, los médicos indican a la familia que morirá en menos de una semana, y la nuera y el nieto deciden llevarle a morir a la casa de la familia, ante la oposición de su propio hijo. Junto con el abuelo ocuparán la casa multitud de aparatos geriátricos y una legión de enfermeras. Pero los cuidados de Max hacen maravillas y Willy cada día está mejor, para desesperación de su hijo y su nuera. Esta nueva situación complicará la vida de los miembros de la familia, de la que vamos descubriendo cada vez más asuntos sucios: aparecerán chantajes, amantes, concesiones ilegales de obras públicas e intentos de asesinato en una espiral cada vez más disparatada. Mucho humor negro (y unos cuántos cadáveres) para retratar una situación cotidiana: la de la ruptura que existe entre nuestros ancianos y las familias, el abuelo como un mueble del que deshacerse, la muerte buscada como fuente de herencia. Ligera y divertida, aunque no memorable, puede ser una opción fresca para estos días veraniegos.