Ingrid Noll, Circe, 2011.
Escritora alemana asociada a la novela negra, Noll escribe este libro pasados los setenta años. El refunfuñón anciano Willy Knobel vive solo desde que quedó viudo. Sus hijos apenas se preocupan por él y sólo su nieto Max le visita con regularidad y le hace los recados, guiado por una combinación de tiempo libre y necesidad del dinero que le va sisando. Tras una aparatosa caída, los médicos indican a la familia que morirá en menos de una semana, y la nuera y el nieto deciden llevarle a morir a la casa de la familia, ante la oposición de su propio hijo. Junto con el abuelo ocuparán la casa multitud de aparatos geriátricos y una legión de enfermeras. Pero los cuidados de Max hacen maravillas y Willy cada día está mejor, para desesperación de su hijo y su nuera. Esta nueva situación complicará la vida de los miembros de la familia, de la que vamos descubriendo cada vez más asuntos sucios: aparecerán chantajes, amantes, concesiones ilegales de obras públicas e intentos de asesinato en una espiral cada vez más disparatada. Mucho humor negro (y unos cuántos cadáveres) para retratar una situación cotidiana: la de la ruptura que existe entre nuestros ancianos y las familias, el abuelo como un mueble del que deshacerse, la muerte buscada como fuente de herencia. Ligera y divertida, aunque no memorable, puede ser una opción fresca para estos días veraniegos.
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