Saliendo de la estación de Atocha, Ben Lerner,
Mondadori, 2013
Dicen los que
entienden que este libro es una maravilla, una pequeña joya literaria que el
mismísimo Marías avala, y no es que se prodigue mucho en piropos a
principiantes. Pues si me preguntáis a mi ya os aviso de que no. Lento,
aburrido, redundante, sin acción e incluso con un cierto toque de desprecio que
sobraba. En EEUU ha sido un exitazo, será que ellos le ven la gracia, porque yo
ni buscándosela.
Adam Gordon es un
joven estadounidense que se pasa una temporadita en Madrid becado por una
fundación en la que confían en los frutos de su “proyecto poético sobre la Guerra Civil ”. No sé qué
proyecto es ése. Ni él mismo yo sabe. Se jacta de su estafa, es pedante,
creído, mentiroso, un niño bonito que se cree que se ríe de todos y que está
por encima del bien y del mal. Como veis no me ha terminado de caer bien el
muchacho. Su poesía, su maltrato a Lorca y sus versos en medio de una ciudad
que pasa de descubrir. Tacha los días del calendario entre café, porros, el
Retiro, noches de juerga, museos y alguna mujer española que no comprende, pero
él va de “flipao” y todo le da igual.
Pero lo peor a mi
gusto es la referencia a los atentados de Atocha en 2004, sin una pizca de
humanidad, sólo preocupado por su narcisismo.
Una prosa lenta con
subordinadas imposibles, un conjunto que provoca hastío y mala leche.
He leído que es una
novela casi autobiográfica, un retrato realista del autor… Espero que no.
Fatal, pero seré yo,
que no entiendo
Virginia
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