Mala gente que camina, Benjamín Prado, Alfaguara, 2006
Los libreros nos quejamos a menudo, y
no sin razón, de que casi nunca nos regalan libros. Pero a veces alguien nos da
una sorpresa y nosotros disfrutamos, por fin, del placer de descubrir qué
novela han elegido para ti. Y ésta es la historia del libro del que os voy a
hablar, que llegó a mi casi por casualidad, al amparo de una intuición,
avalada, tan sólo, por el prólogo de un poemario de Elvira Sastre en el que se
adivina un gran escritor, de una sensibilidad especial. Mala gente que camina se ha convertido en el primer libro del año,
con una historia de las que dejan huella. Me guardo para siempre, por fondo y
forma.
El protagonista de nuestra novela es Juan
Urbano, un profesor de instituto harto y desmotivado por años de enseñanza
infructuosa y burocracias absurdas del sistema. (Su nombre es lo último que
conocemos de él, en la última frase del libro, misterioso como pocos). Juan
está separado de Virginia, una víctima más de los terribles 80 madrileños; vive
con su madre en Las Rozas, con la que mantiene deliciosos encontronazos
políticos y literarios y a la que adora y admira; bebe café y almuerza cada día
en el Montevideo de Marconi, un uruguayo que se empeña en alimentarlo y
respetar sus silencios; y pelea con profesores y mamás de preadolescentes desde
su despacho de Jefe de estudios. Pero, sin duda, su escondite favorito es la
investigación sobre los escritores españoles de la posguerra, Delibes, Carmen
Laforet, Cela, Luis Martín-Santos…
Y lo que se iba a ser una conferencia
en Atlanta sobre Nada, se acaba
convirtiendo en una obsesión, una cruzada que le pone delante de sus ojos la
férrea Natalia Escartín, progenitora de un apocado alumno y suegra de Dolores
Serma, una escritora casi desconocida pero influyente en la generación, nacida
en Valladolid y amiga de grandes autores del momento. Averiguar sobre ella,
leer su obra, entender sus páginas y desempolvar una de las más crudas
aberraciones de los primeros años del franquismo será el camino que comparte
Juan con nosotros, afanado en saber y en escribir su Historia de un tiempo que nunca existió (La novela de la primera
posguerra española).
Con la excusa de Juan Urbano, Prado
reabre el debate moral sobre las motivaciones que llevaron a las mujeres del
Auxilio Social a arrancar a cientos de hijos de los brazos de sus madres por el
simple hecho de ser rojas, con el fin de exterminar la indecencia y darles a
esos bebés el derecho a crecer en una familia “como Dios manda”.
La lucha por la decencia, la necesidad
de comprender, el intento de no juzgar desde las tripas, la denuncia de las
injusticias, vivir… son sólo algunas de las cosas que Juan comparte con
Dolores, aunque él aún no lo sepa.
Mala
gente que camina es
una novela cruda, durísima a ratos, y con la que te carcajeas sin querer en
muchos giros de humor y de una ironía fina y justa en su medida. Volver a leer
sobre la guerra y la posguerra puede aún sorprenderte con historias tan reales
como inverosímiles que nos abren los ojos a atrocidades semejantes. He vivido
con el alma encogida y el ceño fruncido mucho rato, pero envuelto todo en los
chascarrillos de Juan hacen de este libro una maravilla.
Se lo recomendaría a todo el mundo, a
todos, pero quizá sólo unos pocos puedan disfrutar con su dureza y sumergirse
en esa parte aún tan dolorosa de nuestro pasado. Leedlo sólo cuando estéis preparados
y dispuestos a sufrir y/para aprender. Ya lo decía Machado, “Mala gente que
camina y va apestando la tierra…”
Un regalazo, indispensable.
Virginia
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