sábado, 10 de marzo de 2012

El urinario


El urinario, Lorenzo Silva, Destino, 2007
Cuando leí por primera vez a Lorenzo Silva descubrí a un gran autor al que desde entonces no he dejado de seguir. Con más de una treintena de obras publicadas hasta ahora es difícil ponerse al día rápidamente.
El urinario es una de sus novelas más antiguas. Tal y como él mismo explica, permaneció mucho tiempo en un cajón (no sé si en el suyo o en el de algún editor indeciso), y cuando por fin salió al mercado algunas de las reflexiones que contiene se habían quedado obsoletas. Junto a La flaqueza del bolchevique (adaptada al cine por Manuel Martín Cuenca) y El ángel oculto forma una trilogía con las nostalgias y las pérdidas como elemento común.
Comienza el libro con lo que podría ser el escueto texto de un informe judicial. J.L.R., fallecido por atropello, ha sido encontrado con dos cartas como única herencia. En ellas se dirige directamente al juez que llevará su caso, exculpando a nadie de su previsible final.
J.L.R es un hombre cualquiera (en todos los sentidos), un trabajador acostumbrado a lidiar con ejecutivos agresivos, a asistir a tediosas conferencias y a dormir sólo a miles de kilómetros de su casa. Ni su ocupación, ni sus posesiones materiales ni su novia Natalia (a la que hace tiempo ha dejado de querer) suponen motivación alguna.
Tiene todo o casi todo lo que un hombre puede querer, y aún así está desencantado. Se siente un perdedor, se lo cree, y posiblemente lo sea. Por eso las dos cartas, por eso su decisión. Porque cuando a un hombre todo lo que le ocurre en la vida pasa en un urinario…
Me sorprende que un texto tan sombrío pudiera salir de la pluma temprana de un autor veinteañero. Ya se aprecia la calidad, el lenguaje cuidado, el vocabulario escogido y las buenas maneras. Es una novela corta donde se deja ver el escritor en el que años después se ha convertido Silva. Nunca defrauda. Para mí, sin duda, uno de los mejores escritores españoles del panorama actual.
Virginia

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