jueves, 30 de agosto de 2012

Momentos de inadvertida felicidad

Francesco Piccolo, Anagrama, 2012.

El autor forma parte de esa oleada de italianos que Anagrama está trayendo a nuestros anaqueles. Desconocido en España, salvo por un ensayo sobre manías de escritores que publicó Ariel hace años, lo elegí atraída por el título. Y está bien escogido: lo que narra son pequeños flashes de instantes, a veces muy puntuales, con frecuencia cotidianos, que nos hacen disfrutar de la vida.
No me gustó desde el principio. Había un punto pedante, o quizá superficial, en aquello que contaba. Sin embargo, debo confesar que me fue ganando al pasar las páginas: primero logrando sonrisas cómplices, después compartiendo algunos de sus secretos, y en todo caso sorprendida de cuántos de aquellos momentos que contaba tenían un punto de victoria arrancada a los demás, de ruindad, de bajeza. No me ha extrañado que al buscar el adjetivo del título italiano ("Momenti di trascurabile felicitá") google traduzca "trascurabile" como "despreciable". Pero tiene también mucha ternura, y momentos envidiables. Y lo que es mejor: me he descubierto ensimismada redactando mentalmente mi propia lista de momentos de inadvertida felicidad. Por ayudarnos a disfrutar de la vida, y por iluminarnos lo afortunados que somos por muchos de los matices que componen nuestra rutina, merece la pena. Gustará, creo, a los lectores de Muriel Barbery ("La elegancia del erizo") y David Foenkinos ("La delicadeza").

"Los amores al empezar, que es mucho antes de que empiecen, es decir, el momento en que un enamoramiento nace sin que la persona que se enamora se haya dado cuenta aún. Y luego determinadas tardes de lluvia y la gente que espera que deje de llover bajo los soportales, y se conoce, y se habla. Los amigos que se reúnen en el café y se cuentan sus secretos. Las manifestaciones, cuando la ciudad es ocupada por muchos de los que la habitan. Y la noche de Fin de Año, cuando la mayoría de los ciudadanos está en la calle y no en las casas. La lista de todas las casas que se habitan en el curso de una vida. El número exacto de besos que se están dando en este momento. Me gustaría que ninguna puerta se estuviera cerrando, que ningún ser humano estuviera tosiendo, que ningún ciudadano no se sintiera ciudadano; y que siempre en este momento alguien estuviera diciendo: qué bonito es vivir aquí. Aunque fuera para sus adentros".

Pdta: qué inadecuado por mi parte escribir mi reseña en letra normal y el fragmento de la obra en pequeño... No lo entendáis como egocentrismo, es que es largo y en letra normal ocupaba mucho espacio....



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