El puente invisible, Julie Orringer, Lumen, 2010
Llevaba tiempo
reservando esta lectura para el verano, para los ratos de sol (aún a riesgo de
perder la vista con la letra de la edición de bolsillo) porque había leído
buenas críticas y alguna que otra recomendación. Pero como pasa muchas veces no
sé si era el momento de leerlo o que el tema ya está más que exprimido.
El París ocupado y la Europa convulsa de la Segunda Guerra Mundial son el
escenario para la historia de amor entre dos húngaros emigrados que, viniendo
de familias muy diferentes, acaban encontrándose, no sin dificultades, para ser
felices y comer perdices. Clara es una excelente profesora de ballet rodeada
casi siempre por la crème de la crème del artisteo parisino. Por otro lado,
Andras, con una mano delante y otra detrás, se busca la vida como puede
mientras se aferra a sus estudios de arquitectura como tabla de salvación
futura.
Ella, su pasado y
sus secretos; Él, sus problemas y sus miserias. Finalmente el amor triunfa,
dejando cadáveres por el camino y huyendo de nuevo al otro lado del mundo, pero
llevando la contraria a todos los que alguna vez dudaron de ellos.
Y no hay más. Un
romance en medio de represiones, pobreza, huidas, violencia y problemas
político-sociales. Pero esto lo hemos visto, leído y oído tantas veces que no
sorprende ni conmueve.
Es verdad que se
trata de un tema duro y real, pero en este caso me parece un “quiero y no
puedo” de una historia bonita que no acaba de transmitir. No he conseguido que
ninguno de los dos protagonistas me cayera bien, sufrir con ellos o que me
emocionaran sus logros. Me ha parecido superficial y previsible, sosito,
bastante sosito.
Pero bueno, el que
quiera leer, una vez más, una historia
de amor en medio de una guerra ahí lo tiene.
Voy a cambiar de
tercio a ver si hay más suerte.
Virginia
Lo peor no es que leas novelas que sabemos de antemano que no aportan nada, lo peor es que la mayoría de las veces, cuando las terminas, ¡ni siquiera te han gustado! Hala, a ver si aprendes de la experiencia... aunque miedo me das con lo del cambio de tercio...Iris
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