jueves, 27 de mayo de 2010

Homer y Langley


Miscelánea, 2010.

"Me llamo Homer y soy el hermano ciego". Qué ironía, pensé. Es también el hermano pequeño, el desvalido, el artista, el más sensible. Langley es el hermano mayor, el que se encarga de todo, el que ha conocido la maldad. Mueren sus padres cuando son jóvenes, Langley regresa de la guerra y se hace cargo de la casa. Homer nos cuenta la vida de los dos a lo largo de los años, el pulso del país: una guerra y luego otra y luego otra, el fin del cine mudo, el crack del 29, el patriotismo, la llegada del automóvil, el movimiento hippie... Mientras, ellos siguen en su casa, intentando vivir al margen de un mundo que no sabe comprenderles y que les resulta hostil, guardando todo aquello que les pueda ser útil en el futuro: desde los múltiples diarios que componen el archivo del que se nutrirá el gran proyecto de Langley, un único periódico que, debido a cierta generalidad, sistematice todas las noticias (pues la actualidad no es más que una repetición del pasado), hasta todos los objetos que Langley encuentra en sus búsquedas y de los que se enamora. Homer es el observador, el interlocutor, mientras Langley construye su filosofía y su mundo. Pero la gente les mira primero con desconfianza y luego con rechazo, no les dejan vivir. Ellos deciden resistir. Y así, su vida será cada vez más opaca, cada vez más asfixiante, angustiados por la amenaza que les cerca...

Doctorow nos presenta dos buenas personas que no encontraron su sitio, por lo que se fueron creando el suyo. Es su reflexión sobre dos hermanos reales que vivieron en Nueva York en una lujosa casa de la Quinta Avenida y que forman parte de las leyendas de la ciudad. ¿Cómo llegaron hasta ahí? Este libro cuenta la historia como quizá fue.

Ambos me provocan mucha ternura y despiertan mi simpatía, puedo comprenderles, ellos desarrollaron facetas cuyo germen también yo poseo. Los que leáis el libro sabréis por qué... A mí me ha encantado.

1 comentario:

  1. Me ha encantado este libro aunque es uno de los más tristes que he tenido entre las manos; lo leía sabiendo cómo terminaba pero aun así no podía por menos que intentar inventar otro final feliz para estos dos hermanos que logran trasmitir una ternura desmesurada, sobre todo Homer.
    Sin duda, es uno de los libros que recordaré siempre.

    Noelia

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