Haruki Murakami,
Tusquets, 2005. 1ª edición en japonés: 1987.
Murakami es uno de
esos autores del que un librero tiene que conocer todos sus títulos,
porque se venden continuamente; sin embargo, a mí nunca me había
llamado la atención. Ha sonado como candidato al Nobel, y Pablo
d'Ors, señor al que admiro desde hace años, publicó recientemente
un artículo con 11 razones por las que este autor funciona. No podía
demorarlo más.
Watanabe recuerda
sus años de juventud al empezar la universidad. Tras el suicidio de
su mejor amigo Kizuki, Watanabe se encuentra por azar con la novia de
éste, Naoko, y empiezan a verse para dar largos paseos en silencio;
Watanabe se enamora de ella. A la vez, comienzan sus clases de
Historia del Teatro y vive en una residencia de estudiantes con un
compañero de habitación algo peculiar y obsesionado con la
limpieza. Pero Naoko desparece y tiempo después le escribe
contándole que ha tenido una crisis y ha elegido ingresar en un
centro de recuperación en plena naturaleza. Watanabe está muy
desmotivado y nada parece llamarle la atención. Conoce a Midori, una
chica original y descarada, y a Nagasawa, un compañero de residencia
que destaca por su éxito con las mujeres que se lo lleva de vez en
cuando de copas.
Varios aspectos me
han llamado la atención:
- la soledad de
los personajes: todos se sienten muy solos y para todos es un
problema. La mayoría arrastra la muerte por suicidio de uno o varios
seres queridos. Alguno se suicidará a lo largo del libro. La
presencia de la soledad y la muerte es constante y todos luchan con
un vacío interior que no saben explicar pero que conlleva una
profunda melancolía.
- los personajes
femeninos: todos están desequilibrados. Sus comportamientos me
resultan incomprensibles, juegan continuamente al avance y al
retroceso, provocan y al instante se muestran distantes
o directamente blindadas. La única interesante para mí es Reiko, la
compañera de habitación de Midori, mujer inteligente, carismática
y divertida. Ahora bien, el motivo por el que Reiko se encuentra
ingresada, aislada del mundo, es completamente incomprensible e
incoherente.
-
la fascinación que Watanabe genera en el resto de personajes, que
yo no puedo compartir. Es un mero espectador, escucha y calla, y por
eso ayuda a llenar el vacío que los demás sienten; pero apenas
expresa opiniones propias.
Se deja leer, pero no me ha parecido
tan bueno como su fama proclama. Creo que no percibo la profundidad
que todo el mundo le admira. Yo no lo recomiendo.