Ana, Roberto Santiago, Planeta, 2017
Roberto
Santiago, conocido hasta ahora por la famosa colección infantil de los Futbolísimos (SM) salta a la narrativa adulta
con este thriller judicial que te deja sin aliento.
Ana
Tramel tiene 43 años y casi todas las adicciones que uno es capaz de imaginar.
Es una abogada con un pasado brillante en un momento bastante autodestructivo,
hasta que Ale, su único hermano, la llama desde el calabozo pidiendo su ayuda.
A partir de ahí arranca una maquinaria perfecta que destapa profundas críticas
al juego y sus submundos, a los Casinos, a las triquiñuelas del sistema
judicial, a la violencia machista, los jurados populares, la manipulación...
Para ello Ana tendrá que echar mano de Concha y de esa fuerza que Santiago ha
imprimido a un personaje potente y vulnerable a la vez, con el que se empatiza
y al que a veces no entiendes, y que maltrata hasta el límite para encumbrarle por encima de todas las tramas. Ana es la novela por sí sola
En
un país con escasa bibliografía sobre temas judiciales creo que Ana ha venido para quedarse y, quién
sabe, si para abrir una nueva línea en la novela negra española. Hasta ahora
las historias policiales acababan cuando se descubría al malo, pero, ¿qué
ocurre después? Bienvenida sea.
Unas
900 páginas llenas de tensión, de acción, de giros argumentales, sorpresas,
secundarios que no lo son, de un amplísimo trabajo de documentación y, como no
podía ser de otra manera, algunos ases bajo la manga. Para mí una de las claves de la novela es la capacidad del autor para presentarnos de boca de Ana todos los pensamientos e ideas que maneja incluso cuando sus aptitudes no son las mejores, todo lo que a todos se nos pasa por la cabeza y que nos guardamos casi siempre (afortunadamente).
Impecable en el fondo y
en la ejecución.
No
dejéis de leerlo y, si podéis, intentad que os dure más de dos días
Enorme
y magnífico
Virginia
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