martes, 16 de mayo de 2017

Perdón

Ida Hegazi Hoyer, Nórdica,  2017.


“Perdón” empieza donde termina. En medio, una reflexión sobre cómo se llegó a ese final. Hay un yo (el de ella, una chica joven, asistente de guardería, muy enamorada) y un tú (para él, el novio, algo mayor, seguro, que maneja tan bien las palabras). Ella relata su relación, la construye, la recuerda: y hay en sus palabras belleza, y significados evidentes para nosotros que ella dice que no supo ver, y muchos símbolos. Hay secretos, y una relación basada en una confianza que se da por hecho, pero que se cuartea. Hay algo que oprime y nos hace pertenecer y es lo que somos, hay desasosiego y una herida que supura, memoria, estrategia, brutalidad. 
La carne hace su trabajo.

“Ahora teníamos una dimensión suplementaria, ya no teníamos sólo un acuerdo de futuro, una idea, una huida o un lugar donde estar. Y habría sido humillante llamarlo enamoramiento. Era mucho más que eso. Éramos una solución, un código de impulsos completamente predecibles. Es verdad, fuiste mi mejor época” (página 69).

“Aquel mes de diciembre aprendí algo nuevo. Aprendí a mentir y me aterró darme cuenta de lo sencillo que resulta. Entendí cómo surgen las historias sobre algo, cómo se crean, cómo se recrean y cómo continúan. Entendí cómo nos contábamos a nosotros y nos convertíamos en historia. Lo increíbles que éramos y lo increíbles que podíamos haber sido. Aprendí a insistir en mi propia verdad. Exactamente como tú” (página 138).


Dura, y triste, me ha gustado mucho. Os la recomiendo.

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