Inés y la alegría, Almudena Grandes,
Tusquets, 2010
Después de tantos libros leer sobre la
guerra y la posguerra puede resultar tedioso, repetitivo o insulso. Pero sólo a
veces, porque cuando te encuentras con una historia como la de Inés el paseo
por las páginas te dibuja una sonrisa, te enseña y acabas apropiándote de sus
vivencias.
Si algo tuvo nuestra guerra, como
todas supongo, fue la soledad de los soldados, de los camaradas que se partían
la cara en el frente siguiendo las órdenes dictadas desde cualquier despacho y
que miraban a los ojos del enemigo antes de disparar. De esto va esta historia,
de esto y del amor en tiempo de fusiles, porque el amor existe más allá del
conflicto y las circunstancias: “así eran las cosas, y todos lo sabíamos, pero
más nos importaba saber que seguían existiendo los besos en la boca. Eso nos
importaba más que comer”. Pero la Historia no respeta los asuntos del corazón,
y un mal paso enamorado te aleja del éxito y el reconocimiento posterior. Y
sino que le pregunten a Dolores Ibárruri, a Carmen de Pedro, a Francisco Antón,
a Jesús Monzón… Si implacable es la guerra, letal es la ceguera del amor si se
trata de unir al poder.
Inés es la niña bien del barrio mejor
y familia impecable que está empezando a vivir cuando la guerra golpea la
puerta de su casa para ponerle frente a los ojos una realidad que no cabe entre
las cuatro paredes de su piso acomodado. Un amor a destiempo que la delata a
cambio de su propia libertad cambia la vida cómoda que le esperaba desde la
cuna por una supervivencia constante, luchando por unos ideales incomprensibles
para unos y condenables para casi todos. La cárcel de Ventas, un convento, una
casita de campo… Inés crece a la vez que su desasosiego, hasta que con más
valentía que cabeza consigue llegar hasta el Valle de Arán y después a Francia,
donde encontrará por fin la familia de soldados con los que recuperará la
alegría y el sentido de su existencia.
Dura historia de un exilio cuyo único
fin durante largos años es volver, esta vez triunfadores, a la tierra de la que
se vieron obligados a huir. Pero hacerlo con una sonrisa es el mérito de Inés y
de todos y cada uno de ellos. Valentía, amor, dudas, engaños, conspiraciones…
todo junto en un puñado de páginas que rezuman amor y trasmiten esperanza.
Seguiremos leyendo el resto de los
Episodios de una Guerra Interminable que Almudena Grandes promete. Y esperemos
que la magnitud del proyecto no destiña el resultado.
Vale la pena leerlo
Virginia
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