martes, 20 de mayo de 2014

La piel dorada

La piel dorada, Carla Montero, Plaza y Janés, 2014
Claro, como me gustó mucho La tabla esmeralda decidí darle su tiempo a La piel dorada, y la verdad es que lo nuevo de Carla Montero me ha defraudado un poco.
Si en el anterior había coherencia en los hechos históricos, trama bien estructurada y una línea argumental sólida, en La piel dorada lo primero que me falla es la concordancia entre los acontecimientos que plantea y el espacio temporal en el que los enmarca, además del modus operandi, más propio de la actualidad que de los primeros años del siglo.
La historia parece nacer frente a un cuadro del Museo del Prado, según palabras de la autora, y narra una serie de asesinatos en cadena que Karl Shlackman debe investigar y que, de una manera un tanto forzada, hay que enlazar con Inés, amante de uno de los mejores pintores de Viena, que como mínimo es intrigante y escurridiza.
Hugo, amigo de Karl, mujeriego de profesión y con una incomprensible tendencia a meterse en líos, acapara todas las miradas bajo la excusa de su vida disoluta.
Y hasta aquí íbamos bien. Pero hay una especie de ambiente de alucinación, esotérico, fantástico, ilusorio, con situaciones decadentes y espirales narrativas que me dan la sensación de ocultar una falta clara de consistencia en la base de la historia y de querer disfrazar las carencias.
Con estos ingredientes y el precedente del libro anterior me parece que no ha sabido sacarle partido y el resultado es mediocre (siendo generosa).
No sé no sé…
Por cierto, el título no sé si refleja lo que es el libro en sí. Posiblemente si yo fuera la autora habría elegido cualquier otro, y posiblemente por eso no soy ni seré nunca escritora.
Virginia



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