La kamikaze, Mayte Carrasco, La Esfera de los Libros, 2012
Mayte Carrasco es
una de esas periodistas de guerra jóvenes que, como freelance, sobrevive por medio mundo intentando contar qué ocurre
en las llamadas zonas de conflicto. Recién llegada de Siria, hace meses hemos
podido verla en Telecinco, la Cadena
Ser o El País
cubriendo las sucesivas revoluciones árabes. Comprometida con Reporteros sin
fronteras y experta en Seguridad,
Terrorismo y Resolución de Conflictos decide dar el paso a la literatura con La kamikaze.
Siempre me han
gustado los libros de testimonios, de trozos de verdad lejanos de la ficción
que suele llenar los estantes. En esta novela se unen ambas cosas. Carrasco
utiliza sus propias vivencias de la guerra para situar a Yulia en el Kabul de
2007 y contar todo lo que no cabe en dos minutos de conexión para cualquier
informativo.
Yulia es una
periodista por cuenta propia que se siente fracasada tras su reciente divorcio
y posterior amante parisinos. Arrastrando su mala suerte, sumida en un estado
depresivo cercano a la inconsciencia, decide viajar a uno de los lugares en los
que las desgracias ajenas son mayores que las suyas. Sabedora de los peligros
que alberga Afganistán para a una mujer joven, sin el amparo de una gran empresa
y sin billetes suficientes para pagar chantajes, se adentra en el foco del
terror. Busca esa gran noticia que la lance al estrellato, que solvente sus
problemas económicos y adecente su maltrecha confianza. Es una kamikaze, lo
confiesa, poco o nada la importa morir, pero aún así no se despega de su
navaja, por si tiene que hacer frente a un suicida…”Kamikaze quiere decir viento divino en japonés, como esos
pilotos de la armada imperial japonesa de la Segunda Guerra
Mundial que se estrellaban contra objetivos americanos en el océano Pacífico”.
Eso es Yulia.
La red de violencia, horrores, escuadrones de la muerte,
corrupción y poder son el día a día de ciudades tomadas por fuerzas extranjeras
diez años después. Y en los líos que supone querer encontrar la exclusiva de tu
vida se mete nuestra intrépida reportera… A veces ni los amigos, ni el alcohol
nocturno, ni los teléfonos satélites ni los chalecos antibalas son suficientes
para salvar el pellejo cuando estás cerca de algo oscuro. Y ella sabía que lo
tenía. ¿Saldrá viva?
Tiene un ritmo rápido, intriga y verdadero espionaje sobre
todo hacia la mitad de la novela, mezclando ficción y triste realidad con la
capacidad de aligerar al lector tanta tragedia. Los capítulos breves, las
historias personales y alguna ironía que otra te dan un respiro y casi sacas
una mueca. Yulia consigue que vibremos con ella, que nos pongamos en su piel
incluso cuando está metiéndose en la boca del lobo, pero luego, cuando coge el
whisky y canta yo tengo un gozo en el
alma graaaaande, te cae más que bien.
“Ninguna historia vale tu vida”.
Muy recomendable
Virginia
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