Olivier Bourdeaut, Salamandra,
2017.
La voz de un niño nos habla de sus padres, y desde la
primera página, vemos que esta familia es peculiar: hay muchas risas, mucho
cariño, y mucha extravagancia; hay muchas fiestas y muchos cócteles, hay
excesos y hay una grulla como mascota y una montaña de cartas sin abrir en el salón. El
padre cambia cada día el nombre con el que se dirige a la madre, y ella llama
de usted a todo el mundo, hasta a su propio hijo. Es un ambiente que uno envidia:
hay felicidad, hay sorpresa, todo parece estar permitido. Y parte del mundo no
lo entiende, pero qué les importa a ellos si se tienen entre sí. Y esas vidas
nos resultan tan brillantes, ellos son tan ocurrentes, que uno quiere
conocerles, parecerse a ellos, quererse de esa manera intensa.
Y entre tanta luz cegadora habrá sombras. Y de eso
hablaremos sólo si os lo leéis.
Una lectura bonita, muy tierna, que nos llena los ojos de magia,
de esa sensación efímera que nos durará sólo un par de días, pero qué bonito es
mientras dura.
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