Eduardo Lalo, Fórcola ediciones, 2016. Ganadora del premio Rómulo Gallegos 2013.
Me gustan los libros de Fórcola, porque sé que están hechos
con calidad y cariño. Soy poco lectora de no ficción y me alegré mucho cuando
abrieron una colección de narrativa contemporánea. Simone es de publicación muy reciente (en España, la edición
original es de 2011) y empecé a leerla según cayó en mis manos. Y tardé muy
poco en parar: el texto me reclamaba concentración, y un lápiz (muy, muy pocas
veces leo marcando páginas) y el restaurante donde comía sólo me permitía una
lectura ligera.
Así que un poco después volví a empezar, fascinada con la
belleza del texto, con su propuesta. Un escritor poco conocido pasea las calles
de San Juan, recogiendo en una libreta sus impresiones, sabiendo que quizá a
nadie le importen nunca.
“Pensar desde la nada,
desde este nada pasa, desde aquí. Y
lo digo con la euforia del que ha perdido la esperanza y sigue y pervive.
Escribir sin salidas, desde cualquier sitio, en esta ciudad opaca por ejemplo,
sabiendo que esta actividad resulta incomprensible para mis vecinos y que de
cualquier manera, estas páginas no llegarán a ellos” (…) “He sabido aguantar
sin derrumbarme. Poco más he sabido hacer. Para esto sirve escribir o leer y a
eso he dedicado casi toda la vida. A veces, he conocido algo parecido a la
gracia”.
El narrador continúa en la rutina de la que no puede zafarse
pero que le resulta insuficiente, cuando empieza a encontrar mensajes anónimos
de los que parece ser el destinatario. Son reflexiones, citas, no sabe si
originales o copiadas, escritas en tiza en el suelo, fijadas en papel a su
parabrisas, recibidas en su buzón… Y se va sintiendo atraído por la persona que
las manda, imagina que es una mujer (firma Simone,
de ahí el título) con la que compartiría afinidades y extrañezas.
Simone y el narrador se conocerán, se enamorarán y vivirán
una peculiar sucesión de encuentros, silencios, secretos y ausencias. Convencidos
de haber encontrado un alma gemela, por inverosímil que les pareciera en su
contexto, la relación será más complicada de lo que el narrador hubiera
deseado.
Hay un tercer núcleo temático destacable en la novela: la
amistad con el también escritor Máximo Noreña, y la diatriba que sostienen con
el escritor español Juan Rafael García Pardo, da pie a un posicionamiento sobre
la figura del autor, sobre el contexto de la industria cultural, sobre la
situación actual:
“La literatura no
soporta la impostura. De esto es que he estado hablando. Hoy España, más que
una literatura, es una industria editorial y al buen lector le molesta que le
den gato por liebre. No cuestiono la valía de ciertos autores, pero aún éstos
son víctimas de esta industria”. (…) “Lo que pasa es que están muy solos. Tan
solos como nosotros, pero no se dan cuenta, porque se mueven en un ámbito en el
que hay verdaderas reputaciones y, a veces también, bastante dinero. Hay que
ser valiente para no participar en la charada. Los riesgos son grandes. Un
escritor puede hacer poco contra un universo editorial que comienza a
percibirlo como un técnico. La industria del disco mató la música. La del libro
está en proceso de aniquilar a la literatura. Somos náufragos, nos queda el
futuro amargo de los que sobreviven a un mundo que no volverá a existir. Lo que
quisimos hacer en la vida quizá ya no existe”.
Me ha gustado mucho Simone,
sus reflexiones, su belleza, las propuestas que lanza. Ojalá alcance el público
que merece.
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