viernes, 26 de agosto de 2016

La amiga estupenda

 Elena Ferrante, Lumen, 2012.
“Fiebre Ferrante”, lo llaman, y es que mucho hemos oído hablar de esta tetralogía, del autor que se esconde tras el pseudónimo, de su capacidad de plasmar la psicología femenina.  Bien, pues tanta expectación no decepciona: he devorado “La amiga estupenda”, atrapada en la relación entre Lila y Lenú, dos niñas criadas en un barrio pobre de Nápoles. Familias con muchos hijos, penurias, mediocridad, violencia… Es fácil entender a la narradora, una mujer ya madura que recuerda su infancia y la fascinación que le producía la pequeña Raffaella (llamada en el barrio Lina o Lila), rebelde, inteligente, independiente; y su manera de caminar a su lado, de componer el lado paciente y bondadoso del binomio que ambas forman.
El primer volumen recoge la infancia y adolescencia de las niñas, cómo se conocieron, las vicisitudes a las que se enfrentan, el marco en el que se mueven: las relaciones con hermanos menores y mayores, las primeras relaciones con los muchachos, los pulsos con sus padres, y también, las tensiones entre las diversas familias: la del zapatero, la de la viuda loca, la del conserje, la del charcutero usurero, la del ferroviario poeta…
Es muy interesante tanto por la facilidad con la que uno empatiza con las dudas de Lenú (sus inseguridades, su necesidad de aprobación por parte de todos, su forma de venerar a su amiga y tratar de ser siempre digna de su atención), con la mirada atenta con la que capta lo que ocurre en el barrio (y como todos tratan de acercarse a Lila, cómo la admiran las niñas, cómo se sienten atraídos los chicos), como con todo lo que se le escapa, las limitaciones de su visión subjetiva para desentrañar las voluntades y los deseos de los demás. Da pie también a un interesante análisis sobre la sociedad que describe (la falta de oportunidades, la limitación en los estudios, el determinismo en heredar la profesión de los padres, la violencia constante, la muerte como posibilidad siempre al acecho) y especialmente de los roles femeninos: las niñas a las que piropean –cuando no directamente soban-, su necesidad de ser admiradas, las madres de muchos hijos… Qué se espera, qué hay que hacer, qué decir. Dónde empieza la voluntad, dónde el honor.

No tiene sentido resistirse; déjense contagiar por la Fiebre Ferrante. Disfrútenlo.

1 comentario:

  1. Hola, Iris:
    Soy Esther Magar, de librosyliteratura.es.
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