Elena Ferrante, Lumen, 2012.
“Fiebre
Ferrante”, lo llaman, y es que mucho hemos oído hablar de esta tetralogía, del
autor que se esconde tras el pseudónimo, de su capacidad de plasmar la
psicología femenina. Bien, pues tanta
expectación no decepciona: he devorado “La amiga estupenda”, atrapada en la
relación entre Lila y Lenú, dos niñas criadas en un barrio pobre de Nápoles.
Familias con muchos hijos, penurias, mediocridad, violencia… Es fácil entender
a la narradora, una mujer ya madura que recuerda su infancia y la fascinación
que le producía la pequeña Raffaella (llamada en el barrio Lina o Lila),
rebelde, inteligente, independiente; y su manera de caminar a su lado, de
componer el lado paciente y bondadoso del binomio que ambas forman.
El
primer volumen recoge la infancia y adolescencia de las niñas, cómo se
conocieron, las vicisitudes a las que se enfrentan, el marco en el que se
mueven: las relaciones con hermanos menores y mayores, las primeras relaciones
con los muchachos, los pulsos con sus padres, y también, las tensiones entre
las diversas familias: la del zapatero, la de la viuda loca, la del conserje,
la del charcutero usurero, la del ferroviario poeta…
Es muy
interesante tanto por la facilidad con la que uno empatiza con las dudas de
Lenú (sus inseguridades, su necesidad de aprobación por parte de todos, su
forma de venerar a su amiga y tratar de ser siempre digna de su atención), con
la mirada atenta con la que capta lo que ocurre en el barrio (y como todos
tratan de acercarse a Lila, cómo la admiran las niñas, cómo se sienten atraídos
los chicos), como con todo lo que se le escapa, las limitaciones de su visión
subjetiva para desentrañar las voluntades y los deseos de los demás. Da pie
también a un interesante análisis sobre la sociedad que describe (la falta de
oportunidades, la limitación en los estudios, el determinismo en heredar la profesión
de los padres, la violencia constante, la muerte como posibilidad siempre al
acecho) y especialmente de los roles femeninos: las niñas a las que piropean –cuando
no directamente soban-, su necesidad de ser admiradas, las madres de muchos
hijos… Qué se espera, qué hay que hacer, qué decir. Dónde empieza la voluntad,
dónde el honor.
No tiene
sentido resistirse; déjense contagiar por la Fiebre Ferrante. Disfrútenlo.
Hola, Iris:
ResponderEliminarSoy Esther Magar, de librosyliteratura.es.
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Saludos.