Sesenta kilos, Ramón Palomar,
Grijalbo, 2013
Una, que ya va afinando el gusto y las
preferencias, oye hablar de una novela de narcos y bajos ambientes y se le
hacen los ojos chiribitas. Pero hemos leído algo, y el listón ya tiene su altura…
El Nene y el Charli son dos "correveydiles" del trapicheo a las órdenes de Frigorías, pero quieren jugar en
la primera división del negocio y hartos de comerse la peor parte del pastel
deciden despistar sesenta kilos de farla pura al bueno del magnate y dedicarse
al bon vivant al sol de cualquier paraíso.
Pero si ese mundo es traicionero
también tiene una parte de corporativismo y colaboración que tapa, encubre y
manipula. Y lo que parece una idea buenísima al amparo de la noche y unos tiros
de coca, se complica y mucho con la luz del día, las armas, los ajustes de
cuentas, asesinos a sueldo y amigos dispuestos a cobrarse cada favor. Y las
mujeres, no olvidemos a las mujeres de los malotes, su verdadera perdición
(toque machista al canto)
El tema y el planteamiento pintaban
bien, pero el tono general tiene un punto de “chapuza” que me disgusta. No
siempre el humor y la caspa son graciosos ni funcionan para aliviar la crudeza
de un relato. Muy Torrente todo.
Si queréis contener el aliento con el
tráfico de drogas, la prostitución y el hampa en general leed a maestros como
A. Salas o Pérez Reverte.
Flojea tanto que lo he terminado a
regañadientes
Yo creo que podréis pasar sin leerla,
lo siento
Seguimos
Virginia
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