Los cuerpos extraños, Lorenzo Silva, Destino, 2014
Por
fin llega a nuestras manos la séptima entrega de la serie protagonizada por
Rubén Bevilacqua y mi tocaya Chamorro.
Esta
vez Silva nos presenta el asesinato de una alcaldesa levantina que, avalada por
el ímpetu de su juventud, pretende acabar con la red de dirigentes corruptos
que nos invaden y encabezar la imagen de la renovación política que tanto ansía
este país.
Tramas
secundarias de tinte sexual, segundas intenciones, dobles juegos y rencillas
proporcionan un largo listado de sospechosos que, con o sin guante blanco, han
truncado la vida de una joven con demasiadas aspiraciones, varios secretos y
algún oscuro rincón (como casi todos).
Decir
que ésta es la mejor novela de las siete sería decir mucho, sobre todo
aceptando el hecho de que Silva es siempre un valor seguro, y que mejor encierra una subjetividad
innegable. Cada una de sus novelas, manteniendo a sus protagonistas y ciertas
líneas fijas, tiene su sello, su pincelada particular, su idiosincrasia, y mal
no lo debe hacer cuando con cada nueva publicación consigue reunir de nuevo
fieles seguidores capaces de sorprenderse y disfrutar aún, y llamar la atención
de quien todavía no conoce a Vir y a Vila. Lorenzo Silva es un escritor
premiado en muchas ocasiones (gracias a este par) y tan prolífico en su
producción que elijas el libro que elijas acertarás.
Los cuerpos extraños se enmarca en la actualidad con una
facilidad pasmosa, reflejo del momento social que sufrimos, con los
acercamientos habituales en Silva a la complejidad psicológica, a la crítica a
cómo se hacen las cosas ahora en el Cuerpo, ensalzando sus logros (que los
tienen) y confiando a los diálogos la capacidad de sujetar el argumento
salpicándolo de humor, ironía, agilidad mental, dramas humanos y crímenes
irracionales.
Seguir
conociendo y reconociendo a Vila y su hastío, con su ciega confianza en
Chamorro, pero a la vez preocupado (tras 15 años aprendiendo a convivir con su
“militarismo”) por ese no sé qué que la oscurece. Y ver a una Vir en horas
bajas, con una tristeza que merma sus capacidades y que silencia su agudeza son
algunas las claves para que estos dos nos encandilen cada vez que aparecen. Son
los mejores aunque ellos no lo sepan.
Silva
es, sin duda, uno de mis escritores de cabecera, un hombre que, además de hacer
Literatura con cada palo que toca, es capaz de ensimismar a un auditorio entero
cuando recorre las salas de conferencias hablando de su obra, del sector, de
grandes compañeros, de su biblioteca y del nefasto trato de los de arriba a la
Cultura. Mi admiración y mi absoluto respeto.
Leed
a Silva. Lo que sea. Todo. Con o sin orden. Pero hacedlo u os estaréis
perdiendo a uno de los mejores autores que ha dado este país.
Un
placer siempre
Virginia
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