Enrique Vila-Matas, Anagrama, 2006.
Que Vila-Matas me parece uno de los mejores escritores españoles vivos, muchos ya me lo habrán oído decir. Ahora iré más allá, y añadiré que éste es un libro fantástico, absolutamente recomendable para todo aquel con interés cultural, con gusto por la ironía y con cierto aire (o sorna) afrancesado. Así que nadie espere una reseña imparcial, porque me declaro rendida desde el principio.
El narrador comienza confesando que siempre ha querido parecerse a Hemingway, su ídolo de juventud, aunque nadie le encuentre el parecido con él. Emulándole, viajó en su juventud a París; pero al contrario que el americano, el narrador fue allí "muy pobre y muy infeliz". El libro, que pretende ser una conferencia de tres días sobre la ironía, es una revisión de sus años de juventud, de sus temores e incertidumbres como narrador novel, de los consejos que va adquiriendo de los autores con los que se cruza (especialmente, con los de Marguerite Duras, su casera), de la desesperación impostada o real, y en fin, de tantos personajes que vivían en los setenta en París, de los libros que leyó, las películas que vio, y todo aquello que le permitió pensar en algo mientras se tumbaba en su buhardilla.
Divertido, con la profundidad a la que nos tiene acostumbrados, ameno y reflexivo a la vez, este es de los libros que dejan huella. Ábranlo. Lean la primera página, y si nos los atrapa desde el principio, no tiene sentido seguir. Pero si le encuentran la magia, acomódense, porque el viaje merece la pena.
Iris.
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