Blanco nocturno, Ricardo Piglia, Anagrama, 2010
Ricardo Piglia,
consolidado autor argentino, ha sido galardonado recientemente con el Premio de
la Crítica de
narrativa Castellana 2010, el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos
2010 y el Premio Dashiell Hammet 2011 (otorgado por el entorno de la Semana Negra de Gijón).
Blanco nocturno es su última novela, y ésta es la sinopsis
que eligió la editorial:
“Tony Durán, nacido
en Puerto Rico, educado como un norteamericano en Nueva Jersey, fue asesinado a
comienzos de los años setenta en un pueblo de la provincia de Buenos Aires.
Había llegado siguiendo a las bellas hermanas Belladona, las gemelas Ada y
Sofía. Las conoció en Atlantic City, y urdieron un feliz trío hasta que una de
ellas, Sofía, desertó del juego. Y Tony Durán continuó con Ada, y la siguió a la Argentina , donde encontró
su muerte. A partir del crimen, esta novela policíaca muta y se transforma en
un relato que se anuda en arqueologías familiares, que combina la veloz novela
de género y la espléndida construcción literaria. El centro luminoso del libro
es Luca Belladona, constructor de una fábrica fantasmal que persigue con
obstinación un proyecto demencial. La aparición de Emilio Renzi, el tradicional
personaje de Piglia, le da a la historia una conclusión irónica y conmovedora.
Ricardo Piglia se confirma, incontestablemente, como uno de los escritores
mayores en lengua española de nuestro tiempo.”
Con todos estos
ingredientes me entró curiosidad. Es una novela policíaca que acaba
convirtiéndose en un relato costumbrista. A ratos he sentido estar frente a la
tele viendo Tierra de Lobos, no me preguntéis porqué…El crimen se resuelve
relativamente pronto, y a partir de ahí Piglia se recrea en las rencillas
familiares, las tradiciones, las jerarquías y el estricto orden social del
campo.
El relato, a medio
camino entre la narración y la crónica periodística, crece cuando Emilio Renzi
(alter ego del propio autor) aparece en el pueblo, dispuesto a reportar a
Buenos Aires todos los datos del asesinato de Tony. Y Piglia introduce dos
planos narrativos bien diferenciados y a los que a veces les sobra divagación.
Quizá le sobren unas cuantas páginas.
No sé, no sé…
Lo mejor: el dibujo
de la página 142
Lo peor: Saber qué
paso con el muerto en la mitad del libro deja sin aliciente el resto
Virginia
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