jueves, 25 de agosto de 2011

No me iré sin decirte adónde voy


No me iré sin decirte adónde voy, Laurent Gounelle, Planeta, 2011
Cuando vi este libro en una de nuestras estanterías destacadas me llamó la atención: un dibujo infantil, la Torre Eiffel y un monigote gracioso en un taxi. Una portada desenfadada casi siempre presenta un libro desenfadado, perfecto para el verano y la piscina. Menos en este caso. Me dejé llevar por la apariencia y me equivoqué, no era lo que yo esperaba encontrarme.
Laurent Gounelle, desconocido para mí, es el autor de El hombre que quería ser feliz, un libro de autoayuda en que se explican conceptos básicos de coaching, PNL y terapias personales en las que él mismo trabajó y que le ayudaron a cambiar su vida.
Y No me iré sin decirte adónde voy es más de lo mismo disfrazado de narración. Alan Greenmore es un hombre joven, marcado por una infancia difícil y una orfandad temprana que le llevan a comportarse siempre según lo que los demás esperan de él, sacrificando su propia voluntad, si es que la tiene. A través de un misterioso gurú que le descubre en una lluviosa noche al borde del precipicio de la Torre, comienza un viaje por su propia existencia, enfrentándose a sus miedos, sus comportamientos y sus límites.
Gounelle nos habla de optimismo, superación y crecimiento personal para, finalmente, ser capaz de elegir y buscar la felicidad de forma consciente y voluntaria. Es verdad que nos sorprende con un final inesperado, pero poco más. Mucha teoría, mucho vaso medio lleno y consejos difíciles para poner en práctica cuando las cosas no van bien.
Quería una historia graciosa, de esas que te sacan la sonrisa en la tumbona y con las que no necesitas concentrarte mucho para seguir el hilo mientras los niños de la familia de al lado corretean a tu alrededor y he leído una historia bien contada, un poco fantasiosa, demasiado optimista y con un bonito final que te deja igual que cuando empezaste aunque haya párrafos que todos deberíamos copiar cien veces en esos días tontos.
Lo mejor: el final. Se sale de la línea del libro y sorprende.
Lo peor: no encontrar lo que quería.
Virginia

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