miércoles, 6 de abril de 2011
Nunca me abandones
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro, Anagrama, 2011
Kazuo Ishiguro, para mí desconocido hasta ahora, está considerado como uno de los mejores escritores contemporáneos. Ha recibido los más importantes premios británicos y sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Ésta es su última novela, escrita en 2005 (recientemente reeditada con la portada de la adaptación cinematográfica) y por la que ha conseguido el Premio Novela Europea Casino de Santiago.
A través de las palabras de Kath, narradora y coprotagonista junto a Ruth y Tommy, nos adentramos en las vidas de los adolescentes de Hailsham. Desde el primer momento el lector percibe que no es un internado al uso, que la narración está salpicada de eufemismos (que son los mismos que utilizan los alumnos) y que hay algo más. Son especiales, lo saben, y todo a su alrededor parece una conspiración: no podrán tener hijos, el tabaco está prohibido, el sexo debe considerarse con sumo cuidado para no enfermar y las preguntas incómodas deben evitarse. Pero, a la vez, no dejan de tener las mismas inquietudes que cualquiera de nosotros a su edad. Es ahí donde aparecen los conflictos, y sus sentimientos varían de la euforia a la apatía con el paso del tiempo.
Poco a poco vamos descubriendo la naturaleza de sus vidas y su evolución: son clones (seres creados artificialmente a partir de otros), cuidados con mimo para que, pasados los primeros años de su existencia, donen todos sus órganos vitales. Se trata de mejorar la raza humana, conseguir seres perfectos, superiores al resto, y ellos son los elegidos.
Es cierto que no hay una acción, pero los saltos temporales, las descripciones de sus lugares y costumbres y las ganas de descubrir qué es lo que realmente sucede con estos chicos (casi a la vez que ellos) te mantienen leyendo hasta el final. Son seres reales en medio de un mundo paralelo, futurista; pura ciencia ficción que a ratos me ha recordado a Un mundo feliz y a 1984, en los que todo es una maquinaria que gira al antojo de sus inventores.
Es un relato inquietante, conmovedor, profundo; una reflexión sobre el individualismo, la soledad y el sentido de la vida.
Muy recomendable
Virginia
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