Cuando abro un libro del que no sé nada espero encontrar, pero rara vez encuentro. Busco sorprenderme, admirarme, emocionarme. Busco algo diferente. Nuevo. Bueno.
Nada es crucial es el título del libro que llevo tanto tiempo buscando.
Nada es crucial es el libro que quería leer y que me hubiera gustado escribir si tuviera la capacidad y la creatividad de Pablo Gutiérrez. Nada es crucial es un libro que comprendo. Habla en un lenguaje propio, rico, hipnótico.
Nada es crucial cuenta la historia de Antonio y Margarita, dos niños que crecen sin que sus padres les presten la atención que necesitan. Lecu y Magui, dos adolescentes que sobreviven entre la soledad y la tristeza. La soledad de los números primos visto a través del vidrio roto de una litrona en un descampado. Basura, suciedad, religión, hediondez, frío, cuerpos, vacas, cuchitriles. Iluminación.
Entra en el ránking de los tres libros que más me han gustado del 2010, con Dublinesca y La luz es más antigua que el amor. Se lo recomendaré a todo aquel que quiera escucharme, aunque me temo que a la gran mayoría de los lectores que me rodean no les gustará. Pero seguiré atenta a Pablo Gutiérrez, porque ha abierto un claro de luz en la tiniebla.
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