Dies irae, César Pérez Gellida, Suma de Letras, 2013
Tras el rotundo
éxito de Memento mori llega la
segunda parte de la trilogía Versos, canciones
y trocitos de carne, Dies irae,
en la que recuperamos la trama que dejamos en Valladolid y los personajes que
perseguimos por media ciudad para intentar aclarar qué ocurrió y quién es quién
en este caos.
Trieste y Belgrado
son esta vez los escenarios en los que Augusto Ledesma, Carapocha e hija,
Ramiro Sancho y Orestes juegan a polis y cacos, cada uno con sus armas y sus
ases en la manga.
Si en la primera
novela nos quejábamos de que parecía el fruto rápido de una gran idea, si le
poníamos peros a alguna descripción, a las localizaciones forzadas, al lenguaje
demasiado casual y a algunos temas que se planteaban por encima y quedaban
colgados al final, Dies irae es el
resultado del crecimiento como escritor de César Pérez Gellida.
Un ritmo más
controlado, lento al principio y que va variando cuando los acontecimientos lo
requieren; un evidente cuidado en el lenguaje, revisado y corregido minuciosamente
(incluso permitiéndose algún regate léxico); un análisis más detallado de cada
uno de los personajes principales que nos ofrece la posibilidad de entender,
incluso empatizar en algún caso; los saltos temporales; el puntito gore que todo asesino en serie merece; el juego de planos; el
componente histórico y el trabajo que eso conlleva de documentación; la red de
tramas argumentales; las alusiones literarias (metaliteratura); y por supuesto,
la música elegida… hacen que esta obra sea muy muy buena. Sí señor!
Entenderéis que no
destripe el argumento para no estropear la lectura a muchos, pero diré que sólo
por el final este libro merece ser leído. Me ha parecido grandioso.
Esperamos con ansia
el desenlace final en Consummatum est.
Leedlo sin ninguna duda
porque no os va a defraudar
P.D. : grande la
alusión de Cayetano y Paquirrín… muy grande
P.D. : la editorial
ha mejorado en la encuadernación, tanto que ahora cuesta abrirlo!
Esta reseña va
firmada a medias entre Carolina y yo, que nos hemos perseguido página a página.
Virginia
¡Pero si el final es un cliché digno de borracheras de tuna! Bailaré sobre tu tumba, Sanchito. Por favor, ambas, hay que leer más novela negra. Deberes para la próxima reseña.
ResponderEliminarQuerido amigo anónimo, como sabes este blog no se hace con ánimo de sentenciar y nuestras opiniones siempre están escritas desde el respeto.
ResponderEliminar¿Un cliché digno de borracheras de tuna? Pues siento no poder contestarte a ese comentario, nunca he sido tunera, si a caso a veces un poco tunante.
Lectoras de novela negra, tampoco te puedo decir si leemos mucha novela negra porque como bien sabes los límites entre novela negra y novela policíaca no están bien definidos. Podríamos discutir los términos que definen ambos tipos de novela y no nos pondríamos de acuerdo. Lo que sí convendrás conmigo es que el Señor Gellida ha crecido como escritor, que es lo que queríamos resaltar aquí. Señalar también es que a cada uno le sorprende una cosa, a mi más que el final me sorprendió otro detalle, que por razones obvias no voy a indicar.
Le recomiendo que si busca finales sorprendentes en novela negra evite a Stieg Larsson y pruebe con Danis Lehane en Sutter Island, o Franck Thiellez en el Síndrome E o en Gataca.
Ah, puede evitar también a Lars Keppler o Assa Larson; demasiado predecibles.
Un saludo.
Carolina y Virginia.