
Bueno al lío, que me he enganchado a otro investigador policial, divorciado y pelín amargado aunque con un par de buenas actitudes para dar guerra a los malutos; os presento, se llama Carl, se acaba de salvar de un tiroteo donde mataron a un compañero y dejaron para las mulillas a otro y se siente culpable porque quizá no hizo todo lo que podía haber hecho para que las cosas no acabaran así.
Sus jefes intentan reintegrarlo pero no se deja y deciden bajarlo a los sótanos de la comisaría para darle carpetas y más carpetas de casos nunca resueltos desde hace años y un ayudante más perdido que la gallina Caponata en los almacenes Harrods. Le bautizan el Departamento Q. Y ale! Problema resuelto. O casi; porque aunque al principio nuestro amigo Carl no lo coge con mucho ímpetu al final elige un caso y le pica el gusanillo de un caso, el de una brillante política que desaparece en un crucero sin que nadie sepa cómo.
El caso de Merette Lynngaard hará que el bueno de Carl consiga recuperar la ilusión casi al completo, porque su vida personal no es nada fácil divorciado, compartiendo piso, con un hijo adolescente...
Me gusta la forma de escribir de este hombre de nombre impronunciable en castellano y voy a apuntarme a leer el segundo, lo hace de una forma entretenida, apasionada y apasionante y consigue pegarte esa emoción al investigar el caso de la novela.
No es de las mejores pero os dará una semana de entretenimiento.
See you soon