Esteban, un ebanista solitario, se interesa por un anuncio de un periódico donde se convoca a "Los buscadores de la Montaña". Así conocerá a un variopinto grupo de personas dirigido por un Sabio argentino, donde se reflexiona sobre la nostalgia de infinito y la necesidad de ser conscientes de cada acción. A Esteban le gusta hacer relojes de cuco y juguetes de madera, y comer y charlar con su vecino, el librero comunista Sabino.
Hasta aquí, un interesante texto que mezcla sencillez y profundidad.
A partir de aquí, un giro considerable en el argumento ahonda en el pasado de Esteban, por qué es tan solitario, qué camino elige para el futuro.
Hay entre ambas partes temáticas un hilo tan fino que a mí me ha parecido flojo, quizá porque la primera parte me ha gustado mucho más que la segunda. Qué necesidad había de convertir esta historia en un relato de ciencia ficción, a mí se me escapa, aunque el premio que había ganado hacía presagiar que este giro estaba a la vuelta de la esquina.
Me gustan los textos de Andrés Ibáñez. Está pendiente de publicar la entrada sobre "Brilla, mar del Edén", novela que ha ganado el Premio de la Crítica y que es uno de los libros más interesantes que han caído en mis manos este año. Por este motivo recomiendo este texto, aun cuando, en mi opinión, el final hace que la obra pierda interés.
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