miércoles, 27 de mayo de 2015

La chica del tren

Paula Hawkins, Planeta, 2015.
Narrado en primera persona por varias voces femeninas que se van alternando, la estructura del libro se construye sobre dos pilares: un narrador no fiable y la dosificación cuidadísima de la información, de ahí que incluso un resumen muy básico del argumento pueda suponer un patinazo que reste interés. Intentaré ser breve para evitar desvelar nada, pero no es uno de mis fuertes.
Rachel toma todos los días el tren de las 8.04. Mira por la ventana e imagina la vida de aquellos que habitan las casas que contempla: les imagina nombres, vidas… y son para ella familiares, parte de su entorno. De ahí su preocupación cuando los periódicos cuentan que una de las mujeres que observa cada día ha desaparecido. Ella sabe algo que quizá podría ayudar. Pero, ¿lo sabe realmente? ¿Qué puede recordar?
“La chica del tren” me recuerda a “Perdida”, pero me ha causado mejor impresión. Me ha parecido altamente adictiva: yo he tardado 2 días en terminarla. Me gusta la protagonista alcohólica, me gusta cómo está llevada su autodestrucción. Debo decir que esta novela me ha dado sed y me he visto bebiendo junto con Rachel. Creo que lo que menos me ha convencido es el papel de Anna, que se la utilice como narradora, y aunque entiendo lo que aporta, sobre todo en el desenlace, creo que habría sido más sólida si se hubiera prescindido de su voz.

Engancha mucho, la recomiendo como lectura de evasión y me parece muy adecuada como novela de piscina.

lunes, 4 de mayo de 2015

También esto pasará

También esto pasará, Milena Busquets, Anagrama, 2015
Venir al mundo avalada por dos apellidos como Busquets y Tusquets puede parecer fácil y sin embargo no siempre serlo. Demasiado peso a las espaldas, aunque éstas estén bien cubiertas.
Y estrenar orfandad con tan sólo 43 años debe dejar un vacío proporcional a la cantidad de amigos y enemigos que uno hereda cuando hay que enterrar a una madre como Esther Tusquets.
A esta especie de diario de dolor, de íntima confesión, nos invita Milena, para que la acompañemos en el duelo.
También esto pasará reune un puñado de días que comienzan en el entierro, cuando todo ha llegado a su fin, cuando hay que poner el contador a cero y seguir viviendo, sin ella, una nueva y siempre peor segunda vida; enfrentarse a su ausencia, a los recuerdos benévolos y a los peores días cuando la enfermedad te devasta; reencontrarte con conocidos que te dan el pésame y rememoran anécdotas; recorrer los lugares que llevan su nombre y aspirar de nuevo los rincones inundados con su olor.
Esther Tusquets (1936-2012), dicen, no fue una mujer fácil, pero era su madre, además de una de las mejores editoras que ha dado este país. Y quizá pueda hablarse de la relación apasionada y compleja que las unía, pero para Milena era el motor, su gran pasión, el amor de su vida y no es capaz de vivir sin ella. Para superar la pena se refugia en brazos de hombres desconocidos, o viejos amigos, buscando en el sexo el camino del consuelo. Resulta curioso cómo una mujer tan marcada por la figura femenina resuelve sus conflictos construyéndose un mundo dominado por hombres (sus ex, sus hijos…) para maquillar el dolor.
Un libro duro, no desgarrador, pero teñido de dolor constante. No diría que es difícil de leer pero sí que no todo el mundo podrá hacerlo desde la serenidad según el momento de su vida. Destila pena y nostalgia.
Aun así es bonito revivir con ella su historia, la de ambas, conseguir esbozar una sonrisa e imaginar esos atardeceres del Cadaqués que tanto disfrutaron.
No dejéis de leerla, pero dadle su tiempo y su espacio para poder disfrutarla, porque sin duda merece mucho la pena, y proyecta una escritora que me deja con ganas de más.
Precioso adiós, bonito homenaje

Virginia