La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero,
Seix Barral, 2013
Después de jugar a
detectives con Bruna Husky (Lágrimas en
la lluvia), Rosa Montero deja atrás el futurismo para proponernos una
reflexión a medio camino entre la novela y el ensayo.
Unos años después
de la muerte de su marido, el periodista Pablo Lizcano, le ha sido posible
escribir un libro sobre la viudedad, posiblemente porque el dolor no está ya en
su estadio primero y volver la vista atrás incluso reconforta. Porque si tienes
dolor te quedas sin #palabras.
Ahora, cuando
necesita escribir de nuevo para respirar, el azar le pone en las manos la
biografía de la gran Marie Curie, que como ella enterró a su esposo cambiando
su vida para siempre. Esta combinación entre el uso de la primera persona de
sus confesiones y el viaje en paralelo por la vida de Curie alivia un tema
complicado, dando como resultado una bonita reflexión y quizá un homenaje a
esos hombres con los que compartieron sus días (y a la excelencia de Marie, por
supuesto).
Cuando uno no tiene
hijos lo más importante que le sucede en la vida son sus muertos. Con esta
frase rotunda abre el texto, en el que nos habla del dolor físico y psíquico
que supone la pérdida, la incredulidad posterior, la negación… Los días
siguientes, aún con el mundo exterior en pausa, no es posible asimilar que es
para siempre, porque siempre es un
concepto inhumano en sí mismo, y resulta ridículo
pensar que nunca volverás a mirar a
los ojos de esa persona.
Es un “relato”
sencillo, sereno, salpicado de hashtags, con un lenguaje escogido sin
grandilocuencias, en el que trata de dar más importancia al fondo que a la
forma; una confesión cuidada (porque hay cosas que no es necesario escribir, y
otras que forman parte de la intimidad de todos los que vivieron los días
anteriores a la pérdida) que aún así produce cierto pudor. Montero habla de
Marie y Pierre para hablar de ella y Pablo, que finalmente, y de forma
voluntaria supongo, es el menos protagonista de los cuatro. Entendible y
respetable.
Leer el dolor de
una forma tan bella abruma.
Más que muy
recomendable
Virginia
(Genial el guiño de
los tatuajes, una afrenta contra el cuerpo, que se degenerará o creará un
tumor…: “cuerpo
miserable, te he marcado con una salamandra que es sólo hija de mi voluntad, y
vas a tener que aguantarla hasta que te pudras”. No podemos hacer más)
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