lunes, 3 de junio de 2013

La ridícula idea de no volver a verte

La ridícula idea de no volver a verte, Rosa Montero, Seix Barral, 2013
Después de jugar a detectives con Bruna Husky (Lágrimas en la lluvia), Rosa Montero deja atrás el futurismo para proponernos una reflexión a medio camino entre la novela y el ensayo.
Unos años después de la muerte de su marido, el periodista Pablo Lizcano, le ha sido posible escribir un libro sobre la viudedad, posiblemente porque el dolor no está ya en su estadio primero y volver la vista atrás incluso reconforta. Porque si tienes dolor te quedas sin #palabras.
Ahora, cuando necesita escribir de nuevo para respirar, el azar le pone en las manos la biografía de la gran Marie Curie, que como ella enterró a su esposo cambiando su vida para siempre. Esta combinación entre el uso de la primera persona de sus confesiones y el viaje en paralelo por la vida de Curie alivia un tema complicado, dando como resultado una bonita reflexión y quizá un homenaje a esos hombres con los que compartieron sus días (y a la excelencia de Marie, por supuesto).
Cuando uno no tiene hijos lo más importante que le sucede en la vida son sus muertos. Con esta frase rotunda abre el texto, en el que nos habla del dolor físico y psíquico que supone la pérdida, la incredulidad posterior, la negación… Los días siguientes, aún con el mundo exterior en pausa, no es posible asimilar que es para siempre, porque siempre es un concepto inhumano en sí mismo, y resulta ridículo pensar que nunca volverás a mirar a los ojos de esa persona.
Es un “relato” sencillo, sereno, salpicado de hashtags, con un lenguaje escogido sin grandilocuencias, en el que trata de dar más importancia al fondo que a la forma; una confesión cuidada (porque hay cosas que no es necesario escribir, y otras que forman parte de la intimidad de todos los que vivieron los días anteriores a la pérdida) que aún así produce cierto pudor. Montero habla de Marie y Pierre para hablar de ella y Pablo, que finalmente, y de forma voluntaria supongo, es el menos protagonista de los cuatro. Entendible y respetable.
Leer el dolor de una forma tan bella abruma.
Más que muy recomendable
Virginia
(Genial el guiño de los tatuajes, una afrenta contra el cuerpo, que se degenerará o creará un tumor…: “cuerpo miserable, te he marcado con una salamandra que es sólo hija de mi voluntad, y vas a tener que aguantarla hasta que te pudras”. No podemos hacer más)

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