miércoles, 17 de mayo de 2017

Ana

Ana, Roberto Santiago, Planeta, 2017

Roberto Santiago, conocido hasta ahora por la famosa colección infantil de los Futbolísimos (SM) salta a la narrativa adulta con este thriller judicial que te deja sin aliento.
Ana Tramel tiene 43 años y casi todas las adicciones que uno es capaz de imaginar. Es una abogada con un pasado brillante en un momento bastante autodestructivo, hasta que Ale, su único hermano, la llama desde el calabozo pidiendo su ayuda. A partir de ahí arranca una maquinaria perfecta que destapa profundas críticas al juego y sus submundos, a los Casinos, a las triquiñuelas del sistema judicial, a la violencia machista, los jurados populares, la manipulación... Para ello Ana tendrá que echar mano de Concha y de esa fuerza que Santiago ha imprimido a un personaje potente y vulnerable a la vez, con el que se empatiza y al que a veces no entiendes, y que maltrata hasta el límite para encumbrarle por encima de todas las tramas. Ana es la novela por sí sola
En un país con escasa bibliografía sobre temas judiciales creo que Ana ha venido para quedarse y, quién sabe, si para abrir una nueva línea en la novela negra española. Hasta ahora las historias policiales acababan cuando se descubría al malo, pero, ¿qué ocurre después? Bienvenida sea.
Unas 900 páginas llenas de tensión, de acción, de giros argumentales, sorpresas, secundarios que no lo son, de un amplísimo trabajo de documentación y, como no podía ser de otra manera, algunos ases bajo la manga. Para mí una de las claves de la novela es la capacidad del autor para presentarnos de boca de Ana todos los pensamientos e ideas que maneja incluso cuando sus aptitudes no son las mejores, todo lo que a todos se nos pasa por la cabeza y que nos guardamos casi siempre (afortunadamente). 
Impecable en el fondo y en la ejecución.
No dejéis de leerlo y, si podéis, intentad que os dure más de dos días
Enorme y magnífico

Virginia

martes, 16 de mayo de 2017

Perdón

Ida Hegazi Hoyer, Nórdica,  2017.


“Perdón” empieza donde termina. En medio, una reflexión sobre cómo se llegó a ese final. Hay un yo (el de ella, una chica joven, asistente de guardería, muy enamorada) y un tú (para él, el novio, algo mayor, seguro, que maneja tan bien las palabras). Ella relata su relación, la construye, la recuerda: y hay en sus palabras belleza, y significados evidentes para nosotros que ella dice que no supo ver, y muchos símbolos. Hay secretos, y una relación basada en una confianza que se da por hecho, pero que se cuartea. Hay algo que oprime y nos hace pertenecer y es lo que somos, hay desasosiego y una herida que supura, memoria, estrategia, brutalidad. 
La carne hace su trabajo.

“Ahora teníamos una dimensión suplementaria, ya no teníamos sólo un acuerdo de futuro, una idea, una huida o un lugar donde estar. Y habría sido humillante llamarlo enamoramiento. Era mucho más que eso. Éramos una solución, un código de impulsos completamente predecibles. Es verdad, fuiste mi mejor época” (página 69).

“Aquel mes de diciembre aprendí algo nuevo. Aprendí a mentir y me aterró darme cuenta de lo sencillo que resulta. Entendí cómo surgen las historias sobre algo, cómo se crean, cómo se recrean y cómo continúan. Entendí cómo nos contábamos a nosotros y nos convertíamos en historia. Lo increíbles que éramos y lo increíbles que podíamos haber sido. Aprendí a insistir en mi propia verdad. Exactamente como tú” (página 138).


Dura, y triste, me ha gustado mucho. Os la recomiendo.

sábado, 13 de mayo de 2017

Medianoche en Damasco

Maha Akhtar, Roca Editorial, 2017.

En 2011, el efecto de la Primavera Árabe se dejó sentir en Siria. Unos estudiantes que hicieron pintadas en los muros de su instituto fueron detenidos y torturados. Ante la reacción desmedida, miles de sirios salieron a la calle pidiendo justicia, libertad y reformas en manifestaciones duramente reprimidas, en las que el ejército abrió fuego. Las tensiones se fueron extendiendo en todo el país.
En este marco, Akhtar inicia la novela en agosto de 2011. Mika al-Hussein, el mejor agente del Mujabarat, la Inteligencia Militar Siria, ha desertado porque no acepta que el ejército esté atacando a civiles sirios. Su rechazo es compartido por otros militares y líderes locales, y gracias a una amplia red de contactos veremos que Mika intenta organizar una resistencia que pueda ser considerada una oposición seria y realista frente a Bashar al-Asad. A través de la CIA y de un periodista estadounidense Mika intenta lograr ayuda de Occidente, porque no cuentan con armas ni recursos para formar un ejército alternativo; pero la respuesta se demora. Sus hombres se impacientan, viendo cómo sus pueblos son bombardeados a diario. Los muertos se suceden y la presión es cada vez mayor. Asad cuenta con el apoyo de rusos, chinos e iraníes; al-Asad mantiene un discurso en el que se presenta como elemento estabilizador en una región tomada por los yihadistas. Cuando el Estado Islámico ofrece a los hombres de Mika medios para la guerra, algunos de sus hombres se unirán al Daesh…

Novela trepidante, de ritmo muy rápido, persecuciones constantes, tiroteos, bombas, espionaje… Es un buen acercamiento al origen del conflicto. Akhtar ficciona muy pegada a la realidad: si uno rastrea por internet descubre que muchos de los sucesos narrados ocurrieron como se cuentan, que muchos de los nombres ofrecidos son los de sus protagonistas reales; narra, eso sí, desde una posición muy marcada a favor de los rebeldes moderados y en contra del clan al-Assad, y transmite una crítica a Occidente por no ayudar a un pueblo que está siendo masacrado. Mete a su protagonista en una historia de amor que es, en mi opinión, lo más forzado de la novela, pero que supongo que quizá la permite llegar a un público más amplio. Damasco, Estambul, Beirut… muchos escenarios y muchos personajes para narrar un conflicto complejo, que en realidad supera las fronteras de Siria y es un asunto internacional con factores religiosos, étnicos, económicos y políticos que, seis años después, continúa sin solución. 

martes, 2 de mayo de 2017

El color del silencio

Elia Barceló, Roca Editorial, 2017.

Helena es una prestigiosa pintora de 70 años que vive en Australia y tras décadas de exilio regresa de vacaciones a España con motivo de la boda de su nieta. Desde joven arrastra complejos sentimientos que surgieron a raíz del asesinato de su hermana mayor cuando ésta tenía 27 años y Helena tan sólo 22. De carácter independiente, la necesidad de libertad y de apurar la vida hicieron que abandonara a su marido y a su hijo hace décadas, y el retorno la enfrenta con una familia a la que apenas ha tratado. Al regresar a Madrid una prima le entregará dos cajas que su madre, fallecida hace años, había dejado preparadas para ella. Abrirlas será un viaje hacia el pasado que tanto se ha esforzado en olvidar, y tendrá que enfrentarse a muchos interrogantes, como quiénes fueron sus padres, cómo eran sus vínculos familiares, y qué le sucedió a su hermana, cuyo crimen quedó sin resolver.
Dos son para mí los hallazgos de la novela: la protagonista, una mujer mayor de tremenda vitalidad, fuerte, independiente, de esos roles que uno rara vez encuentra en la literatura; y sus reflexiones sobre pintura cuando Helena da consejos a un joven artista que busca su aprobación, que nos presentan las diferencias del arte respecto a la literatura, y que nos ayudan a entender qué es relevante en un cuadro, qué se quiere transmitir, ya que no admite ni metáforas ni generalizaciones.
La novela está narrada en varios tiempos, alterna la etapa actual con distintos momentos del pasado, en parte evocados por los objetos de las cajas, en parte porque el narrador omnisciente nos va dando pinceladas de la vida de sus padres, en lo que son para mí los dos esquemas más forzados de la novela: por un lado, la múltiple información a la que tiene acceso el lector que Helena desconoce (cómo fue la juventud de sus padres, cómo se desarrolló su matrimonio…) y por otro, la lentitud con la que se desgrana el contenido de las cajas, algo difícil de entender porque no son tan grandes, contienen fotos y carpetas cuya lectura en profundidad puede llevar algo más de tiempo pero que en una primera ojeada deberían descubrir sus secretos.
Novela ágil, de ambientación bien construida en el tiempo – notable relevancia en el argumento del germen y desarrollo de la guerra civil, y del papel del padre como hombre de Franco en Marruecos -  y en el espacio – bellas descripciones de Madrid y sobre todo de la finca familiar, La Mora, en Rabat – engancha y resulta entretenida. Me parece un acierto el principio, y aunque a veces roza el folletín, la trama es tan interesante que se gana ese margen.